http://dx.doi.org/10.22201/iie.18703062e.2000.76.1898
Artículos
Joaquín Giménez y El Tío Nonilla1
Helia Emma Bonilla Reyna
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM
Resumen
El desentrañamiento gradual de los múltiples procesos que convergen en la caricatura decimonónica mexicana permitirá construir interpretaciones fundamentadas de este tipo de imágenes. Se sabe poco sobre la regularidad de su circulación, sus autores, las motivaciones bajo las que actuaron, incluso sobre el sentido básico de sus imágenes. En estos aspectos encontramos algunas respuestas en El Tío Nonilla, uno de los periódicos mexicanos más tempranos en que se recurre a un uso abundante de la caricatura, y que se publicó a mediados del siglo XIX en la ciudad de México. Su redactor en jefe e ilustrador, el inquieto escritor español Joaquín Giménez, fue un hombre de lengua e ingenio agudos, cuya actuación causó polémica en el medio periodístico capitalino. Los vaivenes en su postura reflejan, además de sus desavenencias personales, el estado efervescente de la política nacional; ello y la riqueza cultural de su tiempo se plasman tanto en sus caricaturas como en sus escritos.
Abstract
The gradual unfolding of diverse processes that converged in 19th century Mexican cartoons permitted the development of interpretations based on this type of image. Little is known as to the regularity of their circulation, their authors and motivations, or even the basic sense of the images themselves. However, certain answers are provided by El Tío Nonilla (Uncle Nonilla), one of Mexico's earliest newspapers, known for its abundant use of cartoons and published in Mexico City around the mid 19th century. Its editor-in-chief and illustrator, restless Spanish writer Joaquín Giménez, was a true man of words and the owner of a sharp wit, whose work generated a considerable degree of controversy in the capital city's journalistic circles. Aside from reflecting its author's personal enmities, the shifting postures of this publication also mirrored the effervescence of national politics which, together with the cultural wealth of the period, was encapsulated in a wide array of cartoons and writings.
El Tío Nonilla es un periódico de formato pequeño2 que se publicó entre 1849 y 1850 en su primera y segunda épocas. Junto con El Calavera y Don Bullebulle, publicados ambos en 18473, es uno de los periódicos mexicanos más tempranos que se conocen en que se haya hecho uso abundante de la caricatura; por ello, y porque sólo se le conceden menciones muy breves en los estudios sobre este género,4 vale la pena acercarse a sus imágenes, contextualizándolas en el resto de la publicación, y también en los sucesos de la época.
Joaquín Giménez, viajero
El español Joaquín Giménez fue director, caricaturista y redactor en jefe de El Tío Nonilla; escritor de carácter inquieto, estuvo involucrado, como muchos intelectuales de la época, en la literatura, el periodismo y la política. Cuando a principios de septiembre de 1850 el periódico mexicano La Espada de Damocles lo acusó entre otras cosas de ser un redactor de nuevo cuño, Giménez declaró haber sufrido persecuciones, destierros, haber expuesto la vida y defendido la república en su país; afirmó pertenecer a una distinguida familia, haber pasado sus primeros años en la última guerra civil, en la que llegó a ser capitán de caballería; haber desempeñado puestos de importancia en el gobierno de Madrid, y con la marcha de éste, dimitir en 1847.5 Trabajaría entonces como redactor, a un tiempo, en el periódico político El Siglo, en la Gaceta de Teatros y en la Revista Científica y Literaria de Madrid, que fue una de las publicaciones literarias de mayor aceptación. Su maestro de literatura fue el célebre crítico literario Manuel Cañete.6 Al presentar sus "títulos literarios", cómo él los llama, el español cita un artículo publicado en El Nacional de Cádiz, de fecha 7 de julio de 1848, en el que se afirma que el señor Giménez (o el tío Nonilla, que era el seudónimo que ya entonces utilizaba) por motivos políticos se encontraba en ese momento encarcelado en el castillo de San Sebastián, en donde escribía una preciosa novela titulada Cien cartas á Constanza, la cual seguramente sería de mérito dados sus antecedentes literarios, pues había publicado ya en Madrid su Historia política de los ministros españoles de 1843.7
Tres días después, según él mismo cuenta, el 10 de julio de 1848, luego de haberse despedido con tristeza de sus padres, parientes y amigos, partió de Cádiz hacia América (desterrado),8 y es posible seguirle la pista gracias al primer tomo, quizá el único, de una obra suya titulada "La Habana por dentro", manuscrita y probablemente inédita.9 En ella se revela un hombre inserto en las inquietudes viajeras de su época, aunque muy a su manera, pues su sentido del humor siempre está presente. Giménez se encontraba en el inicio de lo que creía un viaje "por países lejanos y enteramente desconocidos",10 y en este sentido imaginaba América como algo exótico e ignoto que había que desentrañar. Prometía al lector hacer descripciones de cuanto viera, e intercalar en ellas, para ilustrarlas mejor, excelentes grabados de trajes, plantas, máquinas, edificios, monedas, carruajes, animales, vistas de las poblaciones que visitara y todo aquello que le pareciera pintoresco y digno de darse a conocer. Al llegar a Tenerife, por ejemplo, desembarcó e hizo una descripción geográfica y dibujó una vista de la isla, pero como no encontró nada novedoso, según narra él mismo, se lanzó otra vez al agua en busca de cosas distintas; quería hacer llegar al lector lo que no conocía o lo que le había llegado envuelto en oscuridades para mostrárselo desnudo.11 Se manifiesta en sus palabras una actitud romántica y una pretensión cientificista, características de algunos de los europeos que vinieron a América durante el siglo XIX.
El primer lugar de América que conoce es Puerto Rico, y aunque desembarca ahí y hace algunas descripciones generales, no le interesa quedarse. Prosigue su viaje a Cuba, entonces el "último tesoro español", donde permanecería aproximadamente un año; ahí empieza a redactar el 17 de agosto de 1848 el manuscrito de "La Habana por dentro", que se enfoca sobre la vida de este país. Sin embargo, Giménez lo lleva a cabo de manera peculiar, porque además de que su vena profundamente satírica nunca le abandona, aprovecha cualquier situación para deslizar comentarios críticos al gobierno español y a los habitantes de la isla.
Desde un principio hace la narración en primera persona, intercalando diálogos; va narrando de manera irónica los percances del viaje. Un personaje ficticio le acompaña: Nonilla, a quien llama a menudo tío (expresión española). Dice Giménez que sería triste estar solo en estas tierras, por ello "tomé en mi compañía al amigo Nonilla, hombre que si bien me proporciona continuos disgustos con sus sandeces, no dejará de darme así algunos ratos de entretenimiento y por cuya sola razón sufro y escribiré sus impertinencias"; aclara que aunque hace poco que anda con él, ya le conoce a fondo, y teme que cause al lector algún disgusto por su carácter francote y bonachón, pues dice lo que siente sin reflexionar.12 En este escrito Giménez y Nonilla son dos personajes independientes: uno es el amo, generalmente circunspecto, y el otro el criado franco, bueno y tonto.13 En el carácter de Nonilla se acentúan las intenciones de hacer reír, pues a menudo formula preguntas bobas, y de denunciar las injusticias y errores de la corona española que ha maltratado a Giménez. Se queja, por ejemplo, de haber visto que golpeaban a un esclavo negro, siendo que se ha proclamado ya la libertad en todo el mundo;14 Giménez le dice que se conduela a solas, que ahora deben verlo y saberlo todo, para luego decírselo a los hermanos lectores; Nonilla se resigna a callar con tal de contar un día las bribonadas que ahí suceden.15
Como muchos de los libros de viajes pintorescos, el manuscrito iba acompañado originalmente de 32 láminas, lo que es posible saber gracias al índice de ilustraciones. Pero la mayoría fue arrancada y sólo se conservan cinco. Giménez dibujó a pluma cuatro de las que se conservan: una Vista de Santa Cruz de Tenerife, una Vista de Puerto-Rico, una de la Moneda Macuquina de Puerto-Rico y una Palma indiana (que aunque él la numera como lámina, es más bien un apunte poco logrado). Están realizadas cuidadosamente, y las dos vistas muestran un juego de entramados de líneas y una variedad tonal interesante, aunque es evidente que fueron hechas por un aficionado; son sintéticas en la forma y se alejan de la destreza y realismo que podría encontrarse, por ejemplo, en el trabajo de los artistas viajeros. La quinta es una litografía titulada Jardines de Tacón, que Giménez debió recortar de otra publicación y que anexó a su escrito. Como se verá adelante, el escritor recurrió constantemente a imágenes de publicaciones preexistentes para ilustrar sus propios textos, lo que es comprensible porque su oficio no fue propiamente el de dibujante, y no siempre le satisfacían sus intentos en este arte. Encontramos en el manuscrito, por ejemplo, dos dibujos fallidos que él mismo tachó.
En general, Giménez cumplió con lo prometido en cuanto a la temática de las ilustraciones, salvo que no hizo ninguna sobre trajes. Se trataba sobre todo de vistas de lugares y monumentos de La Habana y de Cuba en general (el Gran Teatro de Tacón, Puente de Marianas, Alameda de Paulas, etcétera), así como de algunas sobre flora (Uba salvaje) y fauna (Cucullos y Aguaceritos).
El texto es muy rico en cuanto a la descripción de la vida y las costumbres de la época: habla de la "venduta pública", de los bailes de negros, describe la venta de una esclava, el carnaval de La Habana, los Jardines de Tacón, la Semana Santa en La Habana, el castillo de esa ciudad, etcétera. Describe satíricamente a los habaneros y habaneras (a éstas las llama las irresistibles, y aclara que así se califican ellas mismas); habla de un método para enamorarlas, y cuando llega al apartado Sociedad de La Habana, dice: "De esto estamos excusados de hablar porque en aquel país se carece casi totalmente de ella."16
Explica su resentimiento hacia los cubanos y, de manera implícita, su transición de viajero a periodista crítico en América. En todos lados, dice, se cree que el extranjero es el que sabe más y por ello le ofrecieron la redacción del periódico El Avisador del Comercio, labor que inició el 1o de septiembre de 1848. Debido a esta razón su estancia en la isla se prolongó más de lo que esperaba, y aunque en principio dicho cargo le proporcionó una ocupación y una posición más ventajosa que la de paseante, según él mismo aclara, al final le resultó muy desagradable. Tres cosas lo molestaron: la primera fue la censura, que él juzgaba superficial; la segunda, que en La Habana los directores de periódicos se veían obligados a publicar textos espantosos, dado que ahí todos los hombres eran poetas y se suscribían a un periódico pensando que tenían derecho a que se les publicara; y la tercera, y probablemente la que le atrajo dificultades y recriminaciones, fue que, según él, en La Habana el periodista no podía criticar ninguno de los vicios o costumbres de la sociedad, y debía cuidar que ni por asomo se ridiculizara a un individuo o cosa del país, so pena de perder la suscripción. Por ello un hombre digno, dice Giménez, no podía ser periodista en La Habana por largo tiempo.
Tal vez el escritor expresó alguna ironía respecto a las mujeres que incomodó al público cubano, pues inicia el apartado Mi vida de periodista17 quejándose de que en La Habana se las idolatre y de que los periódicos tengan que adularlas, llamándolas hermosas y virtuosas; las mujeres hacen que los maridos retiren su suscripción de un periódico que habla poco de ellas, y tildan de tonto a su redactor. La hipótesis anterior parece confirmarse porque meses después, ya en México, publicó buen número de textos en que su misoginia literaria se puso de manifiesto. En una Sátira que dedicó a las necias que pretendían casarse merced a sus afeites y composturas, decía que odiaba tener que establecer relaciones con las mujeres; aclaraba, además, que había escrito dicha sátira en La Habana, y que aquí continuaría publicando otros escritos para hacer polémica al respecto. Aclaraba que de ellos sus lindas lectoras tendrían que salir airosas, quizá previniendo una reacción como la que en Cuba había causado.18
A pesar de que por lo anterior Giménez pensó en abandonar casi desde el principio el diario mencionado, sus amigos supuestamente le hicieron desistir, por lo que continuó trabajando en él, pero al fin, exasperado, y a pesar de los ruegos, renunció en enero de 1849. No obstante su descontento, Giménez estuvo dirigiendo al mismo tiempo La Abeja Literaria.19
De Cuba dice él posteriormente "nos arrojaron sucesos que nos honran",20 pero no aclara cuáles fueron ni si tuvieron relación con sus disgustos anteriores, y se desconoce qué actividades realizó desde su renuncia como redactor hasta su salida de aquel país. El manuscrito, que pretendía ser el primer tomo de su obra de viajes, trae como fecha final el 1o de junio de 1849, en La Habana.
Joaquín Giménez en México
No transcurrió mucho tiempo para que el hiperactivo Giménez apareciera en México; por ahora no es posible saber por qué decidió venir, pero lo cierto es que, según sus palabras, tanto en Europa como en Cuba había establecido contacto con mexicanos "respetables",21 y quizá fueron ellos quienes le propusieron trabajar aquí. El 4 de agosto de 1849 El Monitor Republicano comentaba ya, negativamente, el anuncio con que se publicitó la salida a la luz de El Tío Nonilla;22 el 25 de agosto volvía a ocuparse de Giménez para señalar que su pieza teatral Un yanqui ó el honor de una pulquera había sido censurada,23 lo cual implica que el escritor trabajaba intensamente. Al defenderse, Giménez decía que el hecho de que su obra hubiese sido prohibida y censurada no significaba que fuese mala, y afirmaba también que en la representación de sus otras comedias nunca le habían lanzado cojines, ni se había cerrado el telón a la mitad de ellas (lo que según él sí había ocurrido con las obras del autor del artículo de El Monitor Republicano).24
La labor más propia de Giménez fue la literaria, y no la de dibujante, pues mientras presenta sus "títulos literarios" no cuenta nunca si realizó caricaturas antes, seguramente porque no las hizo o si las hizo no les concedió importancia, y ni siquiera menciona su afición al dibujo, la cual ya se había plasmado en su libro de viajes. Giménez fue poco diestro como ilustrador, y debió estar consciente de ello. Por otra parte, es sólo en la segunda época cuando El Tío Nonilla se acompaña de abundantes imágenes, en principio grabados provenientes de otras publicaciones; en la primera época, el periódico no se ilustró. Sin embargo, es entonces cuando realiza sus primeras litografías en México, que publicó en una obra independiente titulada Ensayos magnéticos de el tío Nonilla, de la cual se habla adelante.
La literatura ocupa buena parte de las páginas de El Tío Nonilla, sobre todo en la primera época. Además, el español, en la ciudad de México, volvió a llevar a las tablas otra obra: un sainete titulado El doctor Canuto o Cuatro novios para una,25 la cual, dice en un artículo de su periódico en donde se queja de los desórdenes que causa el público, "fue la primera silbada en esta nueva era de silbidos y escándalos".26 Niega también ser él quien hubiese promovido los alborotos subsecuentes ocurridos en la representación de otras obras, en venganza por la mala representación que se hizo de la suya.27
Giménez publica El Tío Nonilla
La primera época de El Tío Nonilla se inicia el 19 de agosto de 1849, cuando aparece anunciado como periódico político, enredador, chismográfico y de trueno, y concluye con el número 26, el último que se encuentra en la Hemeroteca Nacional de México, publicado el 17 de febrero de 1850. La segunda época comienza el 29 de agosto de 1850 y concluye el 26 de diciembre del mismo año, con el número 17.28
Como lo hacían muchos de los periódicos de la época, El Tío Nonilla anunció su publicación con un prospecto, que en parte decía así: "unos cuantos holgazanes se ocuparán de escudriñar las proezas de los gobernantes, los acontecimientos más recónditos de nuestra sociedad, los chismes y diretes de las mugeres, las aventuras de los hombres mas precavidos, los lances amorosos, &c., &c."29 Esto le ganó como enemigo inmediato a El Monitor Republicano, periódico que apoyaba al gobierno (entonces en manos del partido moderado), pues en apariencia le molestó el tono irreverente del anuncio, por lo que el 4 y el 7 de agosto de 1849 señaló que seguramente el gobierno prohibiría su publicación y le aplicaría una ley contra extranjeros perniciosos, ya que amenazaba entrometerse en la vida privada de las personas.30 Sin embargo, es posible que en realidad la antipatía se debiera a que El Monitor Republicano conociese de antemano la postura santanista de El Tío Nonilla. Tres días después, Joaquín Giménez contestó en tono furibundo desde El Universal, periódico conservador y enemigo de El Monitor Republicano, llamándole "papelucho... de lenguaje verdulario", y diciéndole que, siendo él persona educada, era capaz de cumplir lo ofrecido sin perjudicar la honra de ningún individuo; que no había ninguna ley que prohibiera escribir a los extranjeros; que aunque la publicación llevaría el seudónimo que él utilizaba en sus escritos desde hacía algún tiempo, y a pesar de que él se había ofrecido a escribir en ella y hasta a dirigirla, sus verdaderos autores y dueños eran nacidos, bautizados, criados y aun casados y enviudados en México (¿se referiría acaso a Santa Anna, quien estaba entonces en el exilio?). El Tío Nonilla decía contestar de paso a El Siglo Diez y Nueve, periódico que también lo había atacado, así como a quien fuese necesario.31
El Tío Nonilla surgió dentro de una contienda periodística en la que los provocativos, violentos y constantes ataques reflejaban la lucha por el poder entre los distintos partidos y facciones políticas: conservadores, moderados, puros, santanistas, almontistas, etcétera. Giménez entró en la pugna, tomando la bandera de oposición al gobierno moderado del presidente José Joaquín de Herrera bajo una encubierta postura santanista, como se verá adelante, y sosteniendo agresivos altercados con sus opositores. Cabe mencionar que en este sentido El Tío Nonilla es en su segunda época, por las ilustraciones que lo acompañan, un antecedente de los periódicos con caricaturas que en décadas posteriores sirvieron de apoyo a las campañas electorales.
En un plazo brevísimo de dos meses, Giménez había concluido su texto de viajes en La Habana, había escrito y representado una obra de teatro, y se había anunciado como periodista en México. Durante la primera época de El Tío Nonilla, Giménez puso su experiencia al servicio de los "verdaderos autores y dueños" del periódico, cuya identidad ha quedado en el anonimato, al igual que la de los otros colaboradores.32 Sin embargo, es posible señalar que fueron santanistas, y que en la segunda época de la publicación Giménez rompió con ellos.
El español bautizó al periódico con su seudónimo, y en él, como en su libro de viajes, el personaje del tío Nonilla reaparece, pero no es ya el criado bobalicón y bueno sino el propio Giménez, con cuyo sobrenombre fue conocido en México. Los temas del periódico son variados, como se anunciaba en el prospecto y bajo los sucesivos encabezados de la publicación en sus dos épocas. Aunque ocasionalmente se entremezclan, los asuntos son: la política, la literatura (novelas, leyendas y poemas, casi todas obras de románticos españoles),33 lo que él llama la chismografía(y que suele ser crítica de costumbres), chistes, tradiciones, y también la vida del teatro mexicano.
Todo ello se trata en prosa y en verso, mediante cuentos, epigramas o chistes. Y si bien en ocasiones el tono es solemne, como ocurre en las novelas o relatos por entregas, en algunos poemas de tono romántico y en muchos de los artículos de política (en los que de cualquier manera se cuelan comentarios chuscos e irónicos), a lo largo de las páginas de El Tío Nonilla predomina el corrosivo humor de Joaquín Giménez.
Aunque la caricatura como imagen visual no aparece en la primera época, sí lo hace como imagen literaria en forma constante, y el mismo Giménez lo dice explícitamente de esa manera, como se aprecia en el artículo titulado "La suegra", publicado en el número 7 del 30 de septiembre de 1849. En él afirma que va "emborronar" una caricatura o tipo que ha pasado inadvertido en Los españoles pintados por sí mismos y en Les français peints par eux mêmes, que es precisamente el de la suegra. Después de hablar en tono irónico de sus susceptibilidades y de los derechos que se toma, afirma: "La suegra es un tipo escepcional", tiene "las mismas propensiones en todas partes", en ella "no cabe lo ecsótico ni indígena: la suegra es un ser cosmopolita", "un ejército de suegras debe ser invulnerable, inconquistable".34
A través de los escritos humorísticos del El Tío Nonilla es posible discernir actitudes recurrentes, ya sea porque forman parte del carácter del autor, ya porque las considera recursos adecuados para lograr hacer reír a su público: la misoginia, la aversión al matrimonio y a los hijos, a los frailes y monarquistas, a la ridiculez de los enamorados o de los vanidosos y elegantes, a la fealdad y la vejez. Esto ocurre, por ejemplo, con las imágenes que ilustran un cuento titulado Mi comadre, que apareció el 5 de diciembre de 1850, en el que supuestamente Gerónimo, un amigo del Tío Nonilla, lo invita para que bautice a su hijo y lo lleva a conocerlo. El Tío dice entonces: en una cama "ví una especie de lechuza descarnada y asquerosa que Gerónimo me aseguró bajo su palabra ser su muger, la cual daba un pecho semejante a una tripa, á un viviente que más parecía gato que otra cosa"; luego Gerónimo lo lleva a conocer a su comadre, la mujer que sería la madrina del niño, y que según el Tío, parecía un demonio. Ésta, en la charla, lo toma del brazo para pasear (figura 1), lo cual le disgusta muchísimo a él, pues todo mundo se ríe al verlo con semejante adefesio; el Tío le manifiesta a la comadre que detesta a las mujeres, y ella le responde que siendo mujer no debería hacerle ese comentario; él replica que no lo parece. Pelean.35
En la imagen, la comadre-demonio aparece fumando, lo cual no ocurre en el texto; para el caricaturista, es decir Giménez, éste es un rasgo que la afea aún más. Esta aversión al cigarrillo ya la había expresado El Tío Nonilla en un "Pensamiento suelto" publicado antes, en el que manifestaba: "Mientras los hombres fumen en los teatros y las mugeres en cualquiera parte, la sociedad mexicana no será culta..."; firma El enemigo del Humo.36
Ésta es, por otra parte, la única imagen en que Giménez representa al personaje del Tío Nonilla, y que, como muchas otras hechas por él, fue copiada de una realizada por el ilustrador romántico Tony Johannot37 para el libro francés Voyage où il vous plaira, publicado en 1843, y cuyo texto fue escrito por Musset. Hay, por otra parte, un paralelo interesante, pues el dibujo del personaje que representaba originalmente al compañero de viaje del protagonista de la historia de Musset38 fue el que sirvió de modelo para el Tío Nonilla, quien era a su vez el compañero de viaje de Giménez en "La Habana por dentro".
En El Tío Nonillase describe, de manera caricaturesca, la improvisación de los cómicos de la legua y sus tropiezos en las representaciones. Dice el autor que no sabe por qué, pero muchos de los actores son costureras o bordadoras, con sus aprendices y oficiales de sastre; piensa que esto quizá se deba a que no encuentran trabajo o están mal pagados. La compañía no puede salir de gira porque la actriz principal está endeudada con el bodeguero; el nombre de la función se anuncia improvisadamente con un texto manuscrito. Mientras la primera actriz pega oropeles en su túnica, el primer galán sale a pasos agigantados y declama con voz rotunda a la vez que, en plena escena, recorta su calzado para adecuarlo a la época; tras él, los actores discuten quién hará el carcelero y quién sacará las sillas y las luces; el apuntador no encuentra la comedia y no tiene otro ejemplar. Al final, tras la caída de una parte de la escenografía, y de que a la actriz se le rompe el vestido, la gente avienta papas y grita.39
En cuanto a la chismografía, las historias también son innumerables, y es evidente el público al que se destinan. Dice El Tío Nonilla que asiste a las conocidas soiré es que ofrecen el ministro de Francia, Mr. Levasseur, y su mujer, sólo para poder contarlas a sus lectoras; se burla de la abundante "correspondencia miratoria" de las mujeres, y del enamoramiento como estado ridículo.40 Dentro de la chismografía están las notas indiscretas y chuscas, en las que a la vez hace crítica de costumbres, ridiculizando la vida de diversas personas sin revelar sus nombres, con lo cual cumple lo que había dicho a El Monitor Republicano respecto a que podía escudriñar en los chismes y diretes de las mujeres sin afectar la honra de la gente.
Encontramos también alguna crónica. Se narra, por ejemplo, el desenvolvimiento de un baile concurrido en el pueblo de San Ángel, en las afueras de la capital, que se llevó a cabo en un arreglado salón, con señoritas muy acicaladas; se sirven refrescos, los asistentes dan serenata a las damas; terminan ebrios, refugiándose donde pueden y robando distintos objetos en una fonda.41 O se refiere que gracias a Arbeu, a quien El Tío Nonilla llama socarronamente empresario del gas, el Teatro Nacional cuenta por primera vez con alumbrado de gas, que es superior al de aceite, que era el que antes tenía.42
Se queja para que las autoridades remedien males que aquejan a los capitalinos; por ejemplo, un rótulo antisombreril en la calle de la Profesa, con el cual dice que se estrellan las cabezas.43 Habla también de una inminente y caricaturesca Revolución femenil, "en la que se defienden intereses tan crecidos como el cabello de las niñas que se maltrata y la economía
por tener que limpiar el traje", y que se desatará si las autoridades no riegan la Alameda en las tardes para que no se levante polvo.44 Amenaza con ridiculizar a funcionarios o empleados si no cumplen con su deber; por ejemplo, en el número del 11 de noviembre de 1849 señala que los suscriptores continuamente reciben los ejemplares de El Tío Nonilla manchados por agua o rotos; se dirige a los empleados de correos para que le eviten hacer una cruzada contra ellos y remedien el asunto, y cuando envíen los paquetes de periódicos a la intemperie, los protejan.45 Habla, en fin, de losas que se han despegado del suelo, de caminos deteriorados, etcétera.
Con anterioridad se expuso que, aunque Giménez no ilustró su periódico durante la primera época, sí publicó una obra satírico-burlesca por entregas, probablemente perdida, titulada Ensayos magnéticos de el tío Nonilla, que regaló a los suscriptores de su periódico y que iba acompañada de litografías realizadas por él mismo46 (pudo haberlas ejecutado en la litografía de Murguía, uno de los sitios donde se recibían suscripciones a su periódico). El 21 de octubre de 1849, vencidas dificultades que no especifica, repartió el primer pliego acompañado de dos láminas litográficas.47 La entrega de los textos se llevó a cabo, aunque no la de todas las láminas. Giménez planeaba que serían doce, y aunque inició la entrega de la segunda parte de la obra, titulada El magnetismo aplicado a la política, que también estaría ilustrada,48 sus planes se vieron truncados, primero porque debió dedicar su atención a los violentos sucesos que hicieron renunciar al ayuntamiento formado por conservadores y presidido por Lucas Alamán, y segundo, porque lo expulsaron del país.49
Dos de los temas que mayor riqueza ofrecen en El Tío Nonilla son la vida del teatro, de la cual algo se ha citado, y la política. Ambas constituían, al parecer, la pasión de Joaquín Giménez, y ello se manifiesta en su activa participación en ellas. El primer tema está equilibrado con el segundo en el tomo de 1849, pero en el tomo de 1850 la política adquiere mayor importancia, por ser éste un año de elecciones.
Giménez y la política mexicana
En 1849, año de la llegada de Giménez a México, el país atravesaba un momento particularmente difícil. A la inestabilidad política, que desde la independencia había sido obstáculo insuperable para el desarrollo del país, pues mantenía inconcluso el proceso de construcción del Estado y tenía sumergida a la nación en el caos hacendario y en la corrupción administrativa, se sumaban la reciente y desastrosísima derrota en la guerra con Estados Unidos a cuyas manos México perdió más de la mitad de su territorio, las guerras de castas en Yucatán y en Sierra Gorda, los continuos y terribles ataques de los indios nómadas en las poblaciones del norte del territorio, el enorme índice de criminalidad en las ciudades y en los caminos, y una epidemia de cólera que se prolongaría hasta septiembre de 1850 y haría estragos en gran parte del país. Además, la agricultura y el comercio sufrían un gran decaimiento, todo ello agravado por el contrabando. Debido a la falta de recursos, y a que los pocos que había se destinaban principalmente a vigilar y contener las continuas sublevaciones (la mayoría santanistas), el gobierno moderado de José Joaquín de Herrera no podía auxiliar a los estados que angustiosamente pedían la presencia del ejército. La cartera de Relaciones, pero sobre todo la de Hacienda, fueron continuamente abandonadas por los funcionarios que topaban con la imposibilidad de realizar sus proyectos, rechazados a menudo por las cámaras legislativas. Por todo ello, la oposición acusó a Herrera de incapacidad y también de debilidad, en particular frente a su ministro de Guerra, el general Mariano Arista, quien no sólo fue el "alma de su administración",50 sino que aprovechó su posición para alcanzar la presidencia en el periodo siguiente. Esto explica la importancia que tuvo este personaje en la época y en las páginas de El Tío Nonilla. Un periódico de oposición, como fue éste en su primera época, abordó desde luego las distintas problemáticas del momento, capitalizándolas políticamente; preguntaba, por ejemplo, por qué el gobierno no había sometido a los "bárbaros" sublevados (de la Sierra y Yucatán), si en un rancho de Durango treinta "gringos" mataron a doscientos salvajes (es decir, los indios nómadas que saqueaban las poblaciones);51 acusaba también al gobernador de la ciudad de México, pues mientras los robos aumentaban, él hacía grandes proezas pasándola en el blando lecho sin velar por la tranquilidad de los gobernados.52
Aunque con algunas diferencias de apreciación en cuanto a cuáles fueron los grupos políticos que actuaron durante los años 1848-1850, y sobre la manera de denominarlos,53 en general las opiniones coinciden en que fueron tres los principales partidos políticos: los conservadores, los liberales puros y los liberales moderados; al lado estaban las llamadas facciones: la principal era la santanista, pero estaba también la almontista. Cada grupo intentaba imponer su proyecto de nación, o bien a su caudillo. Los conservadores pugnaban por preservar los elementos tradicionales del Estado colonial que les beneficiaban: un Estado fuerte y centralizado en alianza con la iglesia y el ejército, y el rechazo a la participación política de las clases bajas. Luchaban por establecer un sistema monárquico con apoyo de Europa, e intentaban neutralizar la injerencia norteamericana. Los liberales puros querían erradicar los vestigios de tradicionalismo: limitar el poder económico y político de la iglesia y reducir la injerencia política del ejército creando una milicia cívica; querían instalar el federalismo y hacer partícipes a las masas urbanas. Los liberales moderados coincidían con los anteriores en limitar el poder del ejército y la iglesia, pero no reclamaban reformas inmediatas; rechazaban la participación de las clases bajas y las llamaban con sustantivos denigrantes; la milicia cívica debía estar formada por ciudadanos propietarios; en 1848 se inclinaron por la federación.54
En cuanto a las facciones, por supuesto la santanista trabajaba en favor de Antonio López de Santa Anna, figura que ocupó un lugar primordial en la política mexicana a partir de la independencia, y cuyo prestigio había declinado con la reciente derrota con los Estados Unidos; sin embargo, sus partidarios, animados y financiados por él desde el exilio, primero en Kingston y luego en Turbaco, luchaban por su regreso para establecer una dictadura militar. La facción almontista, que luchaba para que Juan Nepomuceno Almonte alcanzara la presidencia, según un observador contemporáneo carecía de programa, y lo suplía con frases sueltas y ambiguas como libertad moderada, garantías e integridad territorial.55
La traumática guerra con los Estados Unidos tuvo sus costos políticos, y los partidos y grupos trataban de recuperarse atacando a sus contrincantes. Además de Santa Anna, el partido de los puros sufría de descrédito porque sus aliados, con aquél, habían impulsado abiertamente en 1846 la guerra con Estados Unidos y eran reprobadas sus políticas radicales y su falta de tacto; pero sobre todo, porque durante la ocupación norteamericana algunos de ellos habían colaborado con los invasores, por lo que se les acusó de querer anexar México al país del norte. En cuanto a los moderados, cargaron con la responsabilidad histórica de firmar la paz, y no faltó quien se lo reprochara. Haciendo uso político del tema, en su etapa santanista El Tío Nonilla habló continuamente de la amenaza de nuevas expediciones de los "bandidos norteamericanos"; decía que mientras los "bárbaros del norte amenazaban las costas mexicanas", el "patriota" gobierno no se perdía un solo concierto y no atendía los llamados que la prensa hacía en relación al peligro.56 En su segunda época, como se ve adelante, el periódico utilizó el tema para hacer escarnio de Santa Anna y algunos de sus colaboradores.
En este periodo era mucho más fácil derrocar a un gobierno que mantenerse en el poder; con tal de alcanzarlo o mantenerlo se hacían alianzas, muchas de las cuales resultaban incongruentes si se toman en cuenta las posturas a veces radicalmente opuestas de quienes participaban en ellas. Vistas retrospectivamente, dichas alianzas crean una compleja serie de vínculos efímeros y pragmáticos entre los distintos grupos políticos57 que, determinados por sus propios intereses, eran disueltos en el momento que se consideraba conveniente. Durante el gobierno de Herrera se rumoró en diversos momentos sobre "fusiones"; en octubre de 1849 El Monitor Republicano habló de alianzas entre conservadores y santanistas (alianza en la que participó El Tío Nonilla al fin de su primera época); El Monitor Republicano recordó también la que se intentó entre conservadores y puros, pero dijo que, llegado el momento de la renovación del ayuntamiento, los conservadores se habían quedado con todo y sólo prometieron a sus aliados parte de las diputaciones del Congreso de la Unión.58 Por su parte, Arista habló hacia enero de 1850 de la colaboración de algunos liberales "alucinados" que incomprensiblemente cooperaban con el "establecimiento de una dictadura que preparase la venida de un monarca a nuestro suelo".59 Para la oposición, el enemigo a vencer por medio de la opinión pública o de las armas era el gobierno moderado, que consumía buena parte de sus recursos en el sometimiento de las sublevaciones y en el financiamiento de una prensa que lo favoreciera. Durante 1848 había tenido que reducir al orden al general Mariano Paredes y Arrillaga, quien en Guanajuato, apoyado por el célebre padre Jarauta y algunos puros entre los que se encontraba Manuel Doblado (disgustado éste por haber sido destituido de la gubernatura del estado), había impulsado una sublevación monarquista pretextando una animadversión en contra de los tratados de paz. Respecto a las sublevaciones santanistas, sobre cuyo surgimiento abundaron los rumores, el gobierno enfrentó la de Leonardo Márquez, quien el 10 de febrero de 1849 abandonó con sus tropas la lucha en Sierra Gorda para pronunciarse en favor del general desterrado. Igualmente, en abril y marzo de 1850 hubo sublevaciones que lo apoyaron, y en junio del mismo año Riva Palacio se enteró de que los santanistas intentaban infructuosamente hacer aliado suyo a Juan Álvarez, el caudillo del sur. Como sea, las alianzas también sirvieron para mantener el poder, pues para que Arista venciera en las elecciones de 1850 se requirió hacer una alianza en el congreso entre moderados y puros.60
Una de las principales armas en la lucha política fue la prensa, y cada grupo, para difundir su postura, impulsó y financió sus periódicos. Es muy probable que El Tío Nonilla haya sido pagado en su primera época por Santa Anna, quien desde el extranjero sostenía entre otros periódicos La Palanca y El Huracán, y en general financiaba la campaña contra Mariano Arista.61 En la segunda época es probable que el periódico de Giménez fuese sostenido justamente por Arista, quien, como se señala más adelante, también financió distintas publicaciones para consolidar su fuerza política.
Durante su primera época El Tío Nonilla atacó al periódico oficialista El Monitor Republicano, y en su segunda época se hizo su aliado. Para entonces Giménez incluso publicó en este periódico escritos que eran réplicas o ataques a periódicos como La Palanca, El Huracán y El Lancero, creados por sus antiguos aliados. La mayor parte de estas publicaciones no se ha conservado, quizá por haber sido efímeras y de menor envergadura que El Siglo Diez y Nueve, El Monitor Republicano o El Universal.
Como se mencionó, Giménez fue un hombre que estuvo envuelto en los vaivenes de la política en España, su país natal. No se sabe si en Cuba desarrolló alguna actividad de este tipo, pero en México su periodismo político fue efervescente y oscilatorio. Se dijo ya que en un plazo brevísimo de dos meses había salido de Cuba y se había anunciado como periodista en nuestro país, adoptando una prematura postura política. Aunque nunca lo dijo claramente, Giménez fue santanista durante el tiempo que dirigió la primera época de El Tío Nonilla. Esto lo indican las posteriores recriminaciones que le hicieron sus opositores respecto de haber apostatado de sus principios62 y también un folleto que circuló en 1850, en el que se acusaba de traidor a Santa Anna por haberse vendido a los norteamericanos durante la guerra de 1847, y en el que se citaba un artículo del "memorable Tío Nonilla". El folleto decía que a dicho periódico se le había tenido por santanista, aunque nunca había abogado directamente por Santa Anna, "quizá porque así conviniese a sus miras [de Giménez], o porque se avergonzara de defender tal traidor".63 El propio Giménez lo confirma en una carta que remitió el 27 de julio de 1850 a El Monitor Republicano, cuando ya había vuelto a México y apoyaba al partido moderado. En ella se defiende de un ataque del periódico santanista La Palanca, y dice: "jamás defendí en mis publicaciones al general Santa Anna, si bien favorecí indirectamente a sus principales agentes, porque desconocia, como nuevo en el pais, la clase de gentes que son los dueños de dicho periódico [La Palanca], y a los que ahora conozco perfectamente".64
En otro remitido que envió también a El Monitor Republicano, en el que contestaba un ataque de los redactores del Oriente, Giménez reconocía haberse equivocado en su anterior postura política, pero aclaraba que nunca había cobrado los servicios prestados al partido al que estuvo afiliado.65
Giménez señala implícitamente a los redactores de La Palanca como aquellos con quienes estuvo ligado. Es oportuno señalar que el principal redactor de dicho periódico, sostenido por Santa Anna, fue el activo Juan Suárez de Navarro, quien fungía como apoderado del general en el destierro, y que sería uno de los personajes más criticados y caricaturizados por Giménez en la segunda época de El Tío Nonilla. Esta hipótesis se reafirma con las sucesivas declaraciones que había hecho El Monitor Republicano66 en el sentido de que el sucesor de El Tío Nonilla (en su primera época) era El Huracán, periódico en el cual también escribió Suárez de Navarro.67 Este hombre no sólo criticó al gobierno, sino en particular al general Arista, quien en mayo de 1849 ordenó que se le formara causa por un artículo que publicó en La Palanca. Suárez de Navarro contraatacó intentando reanimar una causa en contra de Arista por las derrotas de Palo Alto y la Resaca. Finalmente, el santanista fue encarcelado por sus críticas al gobierno.68
Al contar con la información anterior, y habida cuenta de que los santanistas estaban en favor de una dictadura militar, se entienden mejor los velados comentarios de Giménez en la primera época de El Tío Nonilla. En ellos se opone al monarquismo y al federalismo, el cual le parece que está a un paso de la anarquía y permite que hombres ignorantes, ambiciosos y sin patriotismo roben y asesinen impunemente.69 Critica que en México sólo se copie la "alharaca política gringa" y no sus medidas liberales respecto al comercio, la industria y el trabajo, por lo que en México los federales y los monarquistas tienden al retroceso, y resultan inviables tanto una república como una monarquía.70 Constantemente muestra su posición antigubernamental y a los hombres en el poder, provenientes del partido moderado, los llama casta de pájaros y reconocidas nulidades,71 que llevan a la patria a la destrucción y a la barbarie;72 a menudo los llama también mandarines.73 Se refiere despectivamente al presidente José Joaquín de Herrera, también moderado, al que llama buen hombre, que en nada se mete y a quien nadie le hace caso.74 En una época en que los levantamientos santanistas irían creciendo, Giménez ironiza sobre el miedo del gobierno a los pronunciamientos, y denuncia que está obsesionado por tener que enfrentarse a ejércitos revolucionarios, por lo que saca a ciudadanos pacíficos de su casa y los encarcela.75
Pregunta Jiménez al gobierno por qué, para poner fin a los robos que cometen los empleados gubernamentales en Mazatlán, no envía a algunos de sus esbirros allá, en lugar de mandarlos a que anden por los cafés vigilando si alguien quiere elegir a Santa Anna como diputado.76 Critica también la inutilidad, negligencia e ineptitud de diputados y senadores,77 y sugiere que el congreso se suprima y que el gran costo que éste significa al presupuesto nacional sea aplicado a la creación de un ejército y una marina eficientes, y también a escuelas de enseñanza gratuita.78 Excepcionalmente Giménez, haciendo ostentación de imparcialidad, señaló que aunque consideraba que la mayoría de los funcionarios del gobierno eran ineptos y antipatriotas, algunos como Arista, ministro de Guerra, tenían interés en que el país mejorara; reconocía su labor por tratar de promover la organización y reforma del ejército.79 El Tío Nonilla aclaró que su apreciación no se debía al miedo o a la esperanza de una gratificación, sino al deseo de ser justo.80 Sin embargo, como se verá adelante, quizá sí sondeaba la posibilidad de obtener algún beneficio.
A veces, algunas de las críticas que emitió resultan paradójicas, dado que podían aplicarse al propio periódico. Por ejemplo, la de que la libertad de imprenta, al permitir opiniones diferentes, promovía la discordia entre los mexicanos: ciertamente El Tío Nonilla hizo esto con particular insidia. También es paradójica su afirmación, en tono de guasa, de que los diversos periódicos habían acordado utilizar un nombre en el que su postura política se explicitara, por ejemplo, puro, monarquista, moderado, santanista, camaleón, etcétera, para que se les pudiera identificar;81 no obstante, durante la primera época, mientras colaboró en El Tío Nonilla, Giménez nunca aclaró la suya.
El 9 de diciembre se anunció en el periódico que Giménez había sido amenazado de destierro por el general Pedro Anaya, gobernador de la capital, porque le había disgustado el último suplemento en el que denunciaba el pronunciamiento ministerial provocado por los moderados, con el cual lograron hacer renunciar al ayuntamiento conservador. El motín al que se refería fue orquestado por Arista, ministro de Guerra, y seguidores suyos como el ministro de Relaciones, Lacunza, el propio general Anaya, el comandante general Benito Quijano y otros. En la mañana del 1o de diciembre se habían pegado carteles en que se criticaba a los conservadores y se pedía al congreso que anulara la ley por la cual el ayuntamiento tenía injerencia en la organización de las elecciones. A media noche, una multitud del pueblo apedreó las casas de algunos de los miembros del ayuntamiento e intentó allanar la imprenta de El Universal sin que el gobierno interviniera y contuviera el desorden. Al día siguiente, expresando su indignación en torno a lo ocurrido, los capitulares renunciaron.82 La prensa protestó por los hechos, pero el que se distinguió por la censura que hizo de los hechos, según el historiador Niceto de Zamacois, fue El Tío Nonilla.83 En efecto, en una irónica nota titulada "Anécdota patriótica", el periódico acusó a Herrera de ocuparse de nimiedades mientras la nación tenía problemas. Así, al tiempo que el pueblo "soberano" gritaba por las calles y apedreaba vidrieras, él llevaba una "patriótica" maceta para ornamentar la casa que construía en Tacubaya. El Tío Nonilla llamaba al presidente "cándido", y le decía que otro hombre se elevaría por encima de él, aludiendo a Arista. En el mismo número se advertía que los gobernantes preparaban otro pronunciamiento.84
A partir del 16 de diciembre se hizo evidente la alianza, o la búsqueda de ella, entre el santanista El Tío Nonilla y algunos conservadores, pero no se sabe si Giménez llegó a participar en ella porque para entonces había sido arrestado. En México a través de los siglos se habla del "descarado e insolente" El Tío Nonilla como periódico conservador, y se refiere irónicamente a "Joaquín Jiménez [como] gran Homero de los munícipes conservadores á propósito de una exposición de plantas, verduras y muñecos de trapo que aquellos improvisaron en el jacalon levantado en la plaza de armas".85 Lo cierto es que a los pocos días de la renuncia del ayuntamiento conservador encabezado por Lucas Alamán, Giménez fue expulsado de México. En la portada del número del 16 de diciembre de 1849 se anunció la "Infame conducta del gobierno con Don Joaquin Jiménez / Director en gefe de este periódico". En el texto se dice que el gobierno aprovechó uno de los escándalos del teatro, ocurrido el día 5 de diciembre, para imputárselo a Giménez, y aunque testigos honorables desmintieron esto, el periodista fue detenido dos o tres días después, quedando preso otros tantos. El día 10 el español envió una carta al gobierno, señalando que ignoraba la causa de su encierro y solicitando que se le liberara o se le expidiera pasaporte. El 12 de diciembre fue escoltado por dos oficiales sin que se le permitiera recoger sus cosas.86 Él mismo recordaría posteriormente que tuvieron la amabilidad de enviarlo a guisa de fardo en una diligencia y luego en un pequeño camarote del inmenso vapor Tymes [sic] a Estados Unidos.87
El Tío Nonilla continuó siendo publicado por el resto de los redactores por lo menos hasta el 17 de febrero de 1850, y a ellos se debe que el periódico declarara de manera abierta y franca su postura santanista y conservadora. En el mismo número en el que se denunciaba la amenaza a Giménez, se decía ya que los monarquistas no querían un rey sino un buen gobierno, y se proclamaba a Santa Anna como el más apto, digno y capaz para dirigir a México, achacándole sus errores anteriores a quienes lo rodearon y mal aconsejaron. Denunciaba igualmente que junto con El Monitor Republicano se había repartido un folleto titulado ¡Muera D. Lucas Alamán!88 En su número siguiente, del 16 de diciembre de 1849, se afirmaba que si el pueblo mexicano no reaccionaba pronto, tendría en el trono a un puro de los que ocupaban el poder en vez de alguien elegido por los monarquistas, quienes tenían juicio y talento.89
En el primer número de la segunda época de El Tío Nonilla, que apareció el 29 de agosto de 1850, último año del gobierno de Herrera, Giménez en parte explicaría lo ocurrido. Primero, menciona que hubo desacuerdo entre los sucesivos redactores durante la época anterior, y luego afirma en tono amargo que fueron sus propios amigos quienes, al ver que sus enemigos se enfurecían con él, lo denunciaron como perjudicial al orden público.90
Entonces continúa sólo recibió la ayuda desinteresada del excelentísimo señor conde de la Cortina (quien según él era ajeno a la política, pero que en realidad había estado y volvería a estar muy cerca de Santa Anna)91 y del coronel don Ángel Cabrera. Este último fue abierto partidario de Santa Anna, y un año más tarde publicó el periódico El Lancero para defenderlo de los ataques de El Tío Nonilla.92
La expulsión de Giménez fue celebrada tanto por El Siglo Diez y Nueve93como por El Monitor Republicano. Este último se enfrascó en una discusión con el periódico Le Trait d'Union, que criticó que los extranjeros estuvieran indefensos en México, y con El Globo, que denunció que la expulsión se hubiera hecho sin fórmulas legales. Al primero le respondió que el propio ministro español no había reconocido a Giménez como súbdito de España, y que por lo tanto no tenía nacionalidad legalizada, y continuaba: "los que no tienen nacionalidad, los que han sido desnaturalizados en su primitivo pais, y no han sabido hacerse buenos hijos de otro" son por sí mismos parias, y México, como otros países, tiene derecho a expulsar a quien es motivo fuerte del desorden civil.94 Al segundo, le repetía lo anterior y añadía que Giménez no estaba sujeto a ningún deber ni tenía derecho a reclamar ninguna garantía. Había abusado de la libertad de imprenta, derecho del cual no podía hacer uso puesto que no era miembro político de la sociedad.95
Las razones que Giménez arguyó para abrazar la causa del partido moderado fueron únicamente sus desavenencias personales; en ningún momento mencionó que su ruptura con los santanistas se hubiese debido a divergencias políticas. Por otra parte, si bien ser santanista tuvo distintas connotaciones a lo largo de los distintos periodos que siguieron a la independencia (por los vaivenes políticos del propio Santa Anna), esto no ocurrió durante el breve tiempo que se publicó El Tío Nonilla, en el que Herrera se mantuvo como presidente. En este lapso los santanistas lucharon contra el partido moderado y en particular contra Arista (su candidato a la presidencia para 1851), estableciendo alianzas coyunturales e intentando recuperar espacios. A pesar de las afirmaciones de Giménez, es necesario considerar la conveniencia económica como una de las posibles razones de su viraje. El periódico El Oriente, al volver Giménez a México, afirmó que éste se había involucrado con un partido que lo comprometió sin cumplirle las promesas que le hizo, insinuando que había cobrado por sus servicios.96 Posteriormente, El Huracán también acusó a El Tío Nonilla de la segunda época de ser financiado por Arista.97 Asimismo, El Mensajero le recriminó ser sostenido por el ministro de Guerra para calumniar y ridiculizar a sus enemigos políticos y personales. Según este periódico, El Tío Nonilla recibía $1 000.00 mensuales, puesto que su impresión era costosa y la publicación contaba con pocas suscripciones.98 Por otra parte, cuando los redactores de El Tío Nonilla denunciaron la expulsión de Giménez a fines de 1849 señalaron que desde el principio uno de los ministros (quizá se refieren a Arista, a quien ya en su primera época El Tío Nonilla llegó a elogiar, como se señaló antes), por medio de un diputado, al ver que el español atacaba al gobierno, lo quiso conocer fingiéndole amistad, luego trató de sobornarlo y le ofreció un puesto en alguna colonia del norte para alejarle.99 Respecto al uso de la prensa por parte del general Arista, El Universa llegó a afirmar que financiaba alrededor de 45 periódicos, algunos de ellos tan grandes como el Clamor Público, y que durante el periodo previo a las elecciones invertiría en ellos aproximadamente $36 000.00. En su momento, Giménez refutó las acusaciones; en particular, llama la atención la respuesta que dio a El Universal, pues en ella señalaba que la supuesta suma era exagerada, y que era más fácil alquilar articulistas independientes y barateros.100 Tras todos estos comentarios, se trasluce la existencia de cierta prensa financiada con fines políticos, y la de escritores puestos al servicio del mejor postor.
No se sabe en qué momento Giménez dejó el santanismo para apoyar a quienes tanto había criticado y por quienes había sido expulsado. Durante su estancia en Nueva Orleáns, Giménez continuó escribiendo, y envió una amenazante carta que apareció en El Tío Nonilla el 3 de febrero de 1850, todavía en su primera época, en la que decía que publicaría una obra titulada Porvenir de la República Mexicana, bajo la dominación del actual gobierno, en la que atacaría a los moderados (especialmente a Arista, ministro de Guerra, y a Lacunza, ministro de Relaciones), y daría a conocer los planes de anexión de México a Estados Unidos por parte del gobierno. No hay indicios de cuánto la adelantó. En cambio, sí concluyó otra en la que recuperaba, de nuevo muy a su manera, su antigua inquietud de viajero. Comprendía una serie de cartas que entonces envió al conde de la Cortina. Se conocen gracias a que a su regreso a México las publicó, aunque quizá incompletas, en las páginas de su antes acérrimo enemigo El Monitor Republicano entre el 16 de julio y el 23 de agosto de 1850. Esta obra llevó el título de Cartas de D. Joaquín Jiménez (El Tío Nonilla) sobre los Estados Unidos de America dirigidas desde New Orleans al Exmo. Sr. Conde de la Cortina y de Castro.101 En ella describiría las raras, estrambóticas, poco ilustradas e inhumanas costumbres de los norteamericanos, su comercio, agricultura, industria, política, su trato a los extranjeros, etcétera. Era una obra denostativa que pretendía dar a conocer a mexicanos, españoles y quienes quisieran, la verdad sobre dicho país (tan admirado entonces por los liberales). Llama a Nueva Orleáns el "país de las monas", y dice que en Estados Unidos reina eternamente la enfermedad "mono-imbécil-mimical". Aunque no sabemos si planeó integrarla a su libro de viajes, es probable que sí haya pensado en ilustrarla, porque en la segunda época de El Tío Nonilla se publicó el 28 de noviembre de 1850 una litografía copiada "de un diseño hecho en el terreno" por Giménez sobre las inundaciones del Mississipi102 (aunque lo mismo podría haberla hecho de memoria, porque el dibujo es primario).
La vuelta de Giménez fue comentada con distintas expectativas por la prensa capitalina. El 5 de mayo hablaban ya de su llegada El Oriente y El Huracán, este último encomiásticamente.103 El 20 de mayo de 1850 El Monitor Republicano la anunció en tono molesto.104 No obstante, días después, el 10 de junio, este periódico daba cabida en sus páginas a un largo remitido del español escrito casi un mes atrás, el 7 de mayo. En él, Giménez se dirigía a El Huracán, periódico santanista que había afirmado que el español sostendría su anterior postura, para aclararle su rompimiento con los partidarios de Santa Anna, a quienes calificaba como gavilla de pillos. Contestaba también a El Oriente que el gobierno estaba tranquilo porque él cumpliría su palabra de no mezclarse en los asuntos políticos del país y negaba que hubiera vuelto a México gracias a la intervención de personas notables por su posición social. Él mismo, confiando sólo en la caballerosidad, había acudido al gobierno, y obtenido permiso de permanecer en el país. Subrayaba que para él, su palabra de honor era muy valiosa.105
Independientemente de si intercedió o no por él, el conde de la Cortina fue un hombre de prominente posición social del cual estuvo cerca Giménez. El hecho de que lo visitara en la cárcel y de que el español le escribiera continuamente desde Estados Unidos lo confirma. En su primera carta Giménez lo trataba respetuosamente como vuestra excelencia, y le agradecía las pruebas de cariño fraternal y la ayuda que le había brindado en circunstancias desgraciadas; a la vez le manifestaba su estimación y cariño. Por otra parte, no resulta extraña una relación entre ambos, si se tiene en cuenta que el conde siempre estuvo cerca de España y de las letras, y que él mismo había publicado algunos años antes un periódico. Además, tampoco careció de sentido del humor,106 expresado a veces con tintes muy ácidos, lo cual le permitiría apreciar la labor de Giménez (el título mismo de El Zurriago Literario, el periódico que publicó el conde, anunciaba su talante fustigador e inclemente).
El español se instaló en la villa de Tacubaya (donde, por cierto, también residía el conde de la Cortina); según él, viviría ahí en retiro, sin emprender trabajos penosos. Sin embargo, es posible percatarse de que estaba al tanto de lo que publicaba la prensa, por los constantes remitidos que hizo entonces a El Monitor Republicano. En ellos se defendía de las críticas personales que le hacían algunos periódicos y también se burlaba de ellos. Su carácter inquieto no le permitió cumplir su "importantísima" palabra de honor.107 Primero faltó a ella veladamente, pues a petición de algunos lectores de El Monitor Republicano108 prometió escribir una defensa a la obra Misterios de la Inquisición, que se publicaba en dicho diario y en la cual se denunciaban los hechos infames del santo tribunal. En el fondo de este asunto había una pugna de partidos, pues la publicación de la obra mencionada suscitó una larga disputa entre el moderado El Monitor Republicano y el conservador El Universal, y Giménez salía en apoyo del primero. Posteriormente El Tío Nonilla faltó a su palabra más abiertamente, al publicar, aunque sin firma, un artículo político titulado Los enemigos del órden y del país son tres (Santa Anna-padre, Almonte hijo, Trono-espíritu santo)el 22 de julio en El Monitor Republicano. Volvieron las agitaciones para Giménez, a quien se encarceló después de que el artículo fue denunciado y declarado difamatorio.109 Continuó también la polémica entre los periódicos que opinaban sobre el hecho. Ante las acusaciones de cobardía que le hizo La Palanca,110 Giménez señaló, desde la cárcel, cómo él mismo, abandonando el "sagrado recinto" en que se encontraba, había venido de Tacubaya a la capital para buscar al juez encargado de su caso. Uno de los redactores de El Monitor Republicano también publicó un artículo para defenderlo.111
Giménez supuestamente continuaba preso cuando reinició la publicación de El Tío Nonilla, pues en el segundo número de éste, del 29 de agosto, se decía que estaba detenido por un artículo que había publicado en El Monitor Republicano. Por lo visto, el encarcelamiento no era ningún obstáculo para que sus escritos vieran la luz. En el primer número de El Tío Nonilla habla de la traición de sus antiguos "amigos" y correligionarios, quienes eran líderes del partido al que pertenecían. Afirma que se trata de cuatro pillos que obraron cobardemente y cuya conducta reclama venganza, pues además de haber ocasionado su encarcelamiento y destierro, lo delataron cuando volvió furtivamente al país; por el contrario, los hombres a quienes había atacado habían sido generosos, olvidando el pasado, y permitiéndole atacarlos nuevamente.112 Fuese o no ésta la razón fundamental por la que el apasionado español cambió de bando político, lo cierto es que los santanistas serían ahora su principal blanco, aunque no el único. Giménez continúa afirmando que en la segunda época su periódico no tendrá ya amigos, y que criticará a cualquiera que no ande derecho, sea monarquista, santanista, moderado, puro o gobernante, o lo elogiará si lo merece.113 En realidad, desde su artículo para El Monitor Republicano, por el cual fue encarcelado, era ya implícito su apoyo a la candidatura del general Mariano Arista para la presidencia.
El hecho de estar ahora en favor del régimen, hizo que Giménez adoptara un papel opuesto al que tuvo mientras fue redactor del periódico durante la primera época. Antes había denunciado el miedo del gobierno a los pronunciamientos, y en la segunda época, en distintos momentos, difundiría la amenaza de una revolución.114 En el primer tomo del periódico abogó para que se otorgase una pensión a los descendientes de Iturbide, "el padre que nos dio la Patria",115 y ahora atacaba a El Universal, por llamar bandido a Hidalgo, héroe de nuestra nacionalidad, capitalizando las fuertes críticas que desató durante 1849 un artículo del periódico conservador en el que se denostaba la figura del cura y del movimiento que había encabezado.116
Hasta el fin de la publicación, Giménez abogaría por el ministro de Guerra, defendiéndolo de los virulentos ataques que recibía de la prensa independiente. Señalaba que ésta propiciaba el desprecio a los primeros magistrados, y que de ahí nacían las revoluciones. El Tío la llamaba la "carcoma de nuestra prosperidad", de lo cual era prueba que narradores de hechizos y brujerías como lo eran los de El Universal, que vivían en contra de lo que oliese a libertad, hubiesen injuriado a un hombre llamado a mantener la paz del país y a llevarlo adelante.117 Es necesario señalar que, en la lucha por la presidencia de la república, los conservadores intentaron desprestigiar a Arista a través del periódico El Universal, secundados por el santanista El Huracán, para evitar que fuera elegido candidato, y para ello intentaron responsabilizarlo calumniosamente del dramático crimen del diputado Juan de Dios Cañedo, del que finalmente el general salió limpio.118 Eran éstas las principales injurias a que Giménez se refería, y tanto El Tío Nonilla119 como El Siglo Diez y Nueve y El Monitor Republicano afirmaron la inocencia de Arista.
En esta época, la prensa era el medio de expresión más influyente; ella creaba el ambiente político conforme al cual se actuaba y opinaba. En particular, durante este momento la mesura no existió. Se hablaba sobre todo de política, y la mayor parte de los periódicos se destinaba a editoriales cargados de sarcasmos, apoyando a los correligionarios o renegando e incluso denigrando a los opositores.
La segunda época de El Tío Nonilla y sus ilustraciones
Al reaparecer, El Tío Nonilla asumió un tono distinto al que tuvo al anunciar su primera época, sin por ello renunciar a su polemismo. Ahora alabaría lo bueno y vituperaría lo malo dentro del decoro, con mesura "de lenguaje para un público ilustrado y no en ese dialecto de verduleras, cuya lectura se hace imposible a las personas de delicadeza y educación". Sin embargo decía si por desgracia se le arrastraba a ese terreno, abriría una sección titulada "sección asquerosa", suplicándoles a los lectores de buena fe que la pasaran por alto.120 Tres meses después la publicación reconoció, no obstante, su extremismo verbal, admitiendo haber llenado sus columnas con denuestos, "vergonzosos si se quiere", contra personas y corporaciones, pero justificándose al señalar que lo había hecho orillado por sus calumnias y crímenes.121
Desde el principio da a conocer el nombre del otro redactor, el español José Casanova, su inseparable amigo y compañero de armas durante la última guerra en España y de redacción en sus publicaciones.122 Casanova también había residido en Cuba, pues en Matanzas había colaborado en el periódico La Aurora.123
El Tío Nonilla anunció que saldría ilustrado con estampas. Durante los tres primeros números, las caricaturas que se publican son exclusivamente grabados en madera, y por ello fue posible intercalarlos en el texto. En el número uno se aclara que la suscripción costará, como antes, un peso mensual, a pesar de los gastos que ocasionan los grabados. En una interesante nota se añade: "algunos de los gravados de este número han servido en otras obras, porque contándose con muy pocos gravadores en la capital, no tenemos aun el depósito indispensable para que todos sean originales, como lo serán en muy breve".124
Joyce Bailey aclara cuál es el origen de una de las planchas que Giménez reimprime en El Tío Nonilla. Se refiere a la que ilustra el poema político satírico Reflexiones de un puro!!125 del 30 de octubre de 1850, la cual se había publicado dos años antes en El Calavera, y que representaba al pancista Gordiano Mantecón.126 Por otra parte, varias de las caricaturas xilográficas provenían de algunos calendarios editados por Vicente García Torres, editor de El Monitor Republicano: del Primer calendario de Vicente García Torres para 1849 y del Segundo calendario de Vicente García Torres para 1850. A su vez, algunas de estas imágenes habían sido copiadas de la publicación española La risa, enciclopedia de extravagancias, de 1843 y 1844.127
Quizá porque en realidad no se consideraba dibujante, en principio Giménez prefirió adquirir imágenes ya hechas y no realizarlas él mismo. Por ello, al hacer la lectura, a menudo es notorio cómo el texto se va construyendo de tal manera que pueda servirse de esas imágenes preexistentes. Por ejemplo, en el prospecto del segundo tomo, que aparece en el primer número del periódico, se publicaron varias de personajes presuntamente representativos de las diversas posturas políticas. Al disponer de un grabado en que figuraba un hombre a caballo, Giménez acomoda su historia diciendo que se trata de un "trotón monarquista".128
Esto también es notorio en sus historias secuenciadas, que casi son historietas, pues los mismos personajes se representan sucesivamente de maneras diversas, es decir, no conservan una identidad realmente fija (aunque conceptualmente sí lo hacen), y en ocasiones la imagen de plano no se corresponde con el texto. Además, la narración toma giros intempestivos que la hacen perder el ritmo. Un buen ejemplo son las imágenes que pertenecen a la serie Chanzas de Cupido. Publicada sucesivamente a partir del 10 de octubre de 1850, en ella se critican las costumbres y se ataca al clero. Cito únicamente algunas partes, y resumo la historia: Cupido hace que el cesante don Gerónimo se enamore de la rica y beata señora Callejas; ésta, que no es una beldad, emocionada se lo cuenta al padre Hipólito, el cual trata de disuadirla pues al casarse tendría que disminuir sus donativos a la iglesia. Al no conseguirlo, decide enamorarla, y empiezan sus disgustos con don Gerónimo. Un día éste encuentra al padre en una pulquería enamorando a una quinceañera, y furioso lo mete en un barril, en el cual el ejemplar cura casi muere, pero logra salvarse y vengarse de don Gerónimo. Después, con las armas de la religión (una cruz en una mano y un puñal en la otra), hace que de una vez por todas la señora Callejas le done su fortuna. De nuevo interviene Cupido (que en este caso tuvo que ser suplantado por una imagen del tiempo), y hace que el padre Hipólito se enamore de la hermana de don Gerónimo. Ambos luchan, y al morir el inicuo padre, el demonio se lo lleva. La historia concluye inesperada y bruscamente con las siguientes palabras, que corresponden a la imagen de un esqueleto que toca un instrumento de cuerda: D. Gerónimo es excomulgado y se va secando al son de su violín (figura 2). Vemos que, aunque Giménez no realiza las imágenes, se sirve de ellas para crear las ácidas historias que lo caracterizan; estos grabados en madera son muy toscos y en general poco atractivos, algunos de ellos muy afines a los que ilustraron ciertas modestas hojas volantes que circularon en México durante las décadas de los treinta y los cuarenta.129
Es a partir del número 4 del 28 de septiembre de 1850 cuando se empiezan a publicar litografías aparte del texto (puesto que los métodos de impresión son diferentes), las cuales también se vendían sueltas, a dos reales cada una. Ocasionalmente, el retraso de las láminas incidió en el retraso de la propia publicación.130 De cualquier modo se continuarían alternando con los grabados xilográficos comprados tal vez a otras imprentas y algunos quizá prestados por Vicente García Torres, el editor de El Monitor Republicano, pues de la imprenta de éste salieron los primeros números del periódico de Giménez en su segunda época. Como empresa que iba prosperando, quizá con apoyo del gobierno, El Tío Nonilla anunció un mes después, el 30 de octubre, haber tomado a su cargo una imprenta litográfica en la cual realizaba todo tipo de trabajos de esta clase, ofreciendo al público un precio rebajado, exactitud y brevedad131 (se sabe ya que muchos de los editores de periódicos realizaban esta labor para incrementar sus ingresos).
Buena parte de las litografías están firmadas con las iniciales J.G.Z., que son las de Giménez; además, por el escándalo que desató una de ellas, éste se vio orillado a aceptar haber sido quien la dibujó, como se verá adelante. El escritor conocía el éxito que en España tenían los periódicos satíricos ilustrados, los cuales habían aparecido en la década de los treinta, y se irían generalizando en los cuarenta. Por ello es explicable que haya querido que su periódico tuviera imágenes, y que él mismo, a pesar de su poca habilidad, se hubiera arrojado a realizarlas. De nuevo sería un romántico europeo, como lo había sido Linati en relación con la litografía, uno de los que promovían la ilustración de periódicos en México, aunque Giménez lo hacía en el género de la caricatura. Por otra parte, hay otras afinidades entre ambos: su interés de viajeros, sus injerencias políticas, su expulsión y retorno a México, más afortunado en el caso de Giménez.
El dibujo en la mayoría de las láminas es torpe y rígido; sin embargo, hay notorios desniveles entre ellas, y algunas están mucho mejor dibujadas que otras, lo que se debe quizá a que hubiera otra mano además de la de Giménez o a que fueron copiadas de los dibujos realizados por Tony Johannot para el libro Voyage où il vous plaira, como se mencionó antes. Al copiarlas, Giménez les añadía o quitaba sólo algunos elementos para adecuarlas a sus historias, y en este sentido no hacía algo muy distinto de cuando simplemente adquiría imágenes ya hechas.
Se mencionó que la mayoría de los textos literarios de El Tío Nonilla eran obras románticas españolas. Al copiar Giménez a Johannot, daba a su vez cabida en lo visual al romanticismo francés. Por lo que se refiere al propio Johannot, sus imágenes inspiraron a otros ilustradores mexicanos, incluso desde antes de la llegada de Giménez.132
En la temática de las caricaturas de El Tío Nonilla predomina la sátira política, aunque posteriormente, cuando ya había triunfado Arista, las ilustraciones, lo mismo que los textos, se diversificaron. Entonces se copiaron retratos (de Garibaldi, por ejemplo), figurines de modas (tomados del Correo de Ultramar) y algunas ilustraciones de textos literarios; se publicó también la vista ya mencionada de una inundación provocada por el Río Mississipi.
Las caricaturas litográficas en general ilustran la sección fija titulada Cuadros animados, y son las que ofrecen mayor interés. Reflejan la postura política del periódico, y en general son muy fieles a los textos. Excepcionalmente, en los casos en que éstos describen escenas muy complejas, las ilustraciones no los siguen, y cobran cierta independencia. Es muy probable que en algunas de ellas Giménez dé rienda suelta a resentimientos personales hacia Juan Suárez de Navarro, quien es el segundo personaje más caricaturizado en El Tío Nonilla, siendo el primero Guadalupe Perdigón Garay, liberal puro pero también santanista. Cabe preguntarse si el español tuvo igualmente alguna razón personal para vengarse de este último, o si fue tan sólo el hecho de que era enemigo político de Arista. Como sea, ambos hombres trabajaron arduamente por el regreso de Santa Anna.
A pesar de su declaración de neutralidad, en su segunda época El Tío Nonilla apoya francamente, desde su primer número, la candidatura a la presidencia del general Mariano Arista, y ataca al resto de los contendientes, que eran Juan N. Almonte, Luis de la Rosa y Antonio López de Santa Anna.133 Esto se reflejará en las caricaturas, en las que Giménez también celebrará la victoria de Arista, y denunciará las conspiraciones de los derrotados y descontentos.
Varias de las caricaturas atacan a Juan N. Almonte. Dos de ellas son xilografías, probablemente adquiridas: la primera se publicó el 29 de agosto de 1850, en el número 2, y representa a Almonte, que, según el texto, tiene un voto: el suyo. El 28 de septiembre se publicó la otra, acompañada de un texto que dice que el niño Juan N. Almonte, a los 3 años, ha ganado ya batallas famosas, y haciendo irónica alusión a su ascendencia y origen ilegítimo (Almonte era hijo de Morelos) añade: "loor eterno al congreso de Chilpancingo, que a los 9 meses de edad, lo honro con la faja de general". La tercera, que es ya una litografía, se publicó también para ridiculizarlo, el 10 de octubre de 1850 (figura 3). La mujer que va a caballo representa a su hermana, y puesto que ella misma no puede ser presidenta, reparte boletas en las que el nombre de Almonte ya está escrito, para que los ciudadanos voten por él, y una vez elegido, ella logre tener influencia en el gobierno. En su empeño atropella a dos electores, y a uno le rompe la quijada; en compensación, les promete que si votan por su hermano, los hará generales, ministros o canónigos, o bien literatos o poetas, abogados u hombres de talento.134
El licenciado Tlachiquees el personaje más caricaturizado por Giménez. Se trata del liberal puro Guadalupe Perdigón Garay, quien fungió como diputado en 1847,135 y fue también un activo partidario y promotor de Santa Anna. Junto con Suárez de Navarro, participaría desde 1852 en los sucesivos planes que se dieron a conocer en Jalisco, y que terminarían llamando a Santa Anna y haciendo renunciar finalmente, a principios de 1853, a Arista.136 El historiador González Navarro lo describe como un popular federalista, con cuerpo de Sancho Panza y espíritu de Don Quijote.137 Según Andrés Lira, Perdigón Garay fue, como algunos otros, un agitador que aprovechó los conflictos sociales (en particular los derivados de las tierras comunales) para presionar al gobierno moderado y para atacar a los conservadores. Este hombre se llamó a sí mismo "abogado del pueblo", pues estaba en contacto con las "clases ínfimas" de la sociedad" indios de pueblos y barrios, vagos y malvivientes procesados en la cárcel de la ex Acordada. De hecho, cuando en sus inicios el gobierno de Herrera expidió una ley sobre el modo de juzgar a ladrones, homicidas y heridores, en ella se estableció la existencia de defensores de oficio, cargo que Perdigón Garay desempeñó con entusiasmo. Cuando Arista, siendo ministro de Guerra, lo encarceló y desterró a Izúcar de Matamoros, en Puebla, se fugó afirmando que en un lugar tan pequeño no podría ejercer su profesión.138 Estando en la prisión Perdigón Garay gozó de poder entre los reos; irónicamente, El Tío Nonilla dice que éstos le llamaban papá. Como todo caricaturista, Giménez se prendió de uno de los grandes defectos de este personaje: su afición a la bebida, probablemente al pulque.139 En la primera imagen que le dedicó (figura 4) aparece rodeado de criminales en la cárcel de la ex Acordada. Está ebrio, y se sostiene el pantalón con una mano mientras brinda con un vaso de pulque, que cada vez que es necesario llena en una patriótica tinaja. A Caimán, quien lo sostiene por el costado izquierdo, le dice que le esperan grandes hazañas en los bosques de Río Frío. Entre vivas al gran papá de los probes, Tlachique continúa, y a Aguacate le dice: a ti, "que con tanto cariño me metes la rodilla por la parte trasera... a tí terror de las cerraduras y las trancas... te aguarda dichoso destino en las calles de México". Finalmente, Tlachique acaba cayéndose, vomitando espirituosa sangre, y gritando "¡Muera Arista!"140 Hay que recordar que Andrés Lira piensa que quizá el licenciado Bedolla, uno de los personajes de Los bandidos de Río Frío, la novela de Manuel Payno, representa justamente a Perdigón Garay. Bedolla era uno de los protegidos de Pedro Martín de Olañeta (Lira lo identifica con el puro Francisco Modesto de Olaguíbel).141 Cabe apuntar, en apoyo de lo dicho por Lira, que cuando el santanista Juan Yáñez (el Relumbrón de la novela de Payno y jefe de los bandidos de Río Frío) fue procesado en 1839, Perdigón Garay trató de encubrirlo en una de sus coartadas.142 Por otro lado, las burlas de Giménez también lo incriminaban, pues le llamó "papá de los habitantes de los bosques de Río Frío y demás caminos y encrucijadas".143 Como sea, habían transcurrido ya once años desde que Yáñez y varios de los criminales que comandaba habían sido detenidos y ejecutados.
En otra caricatura, publicada el 10 de octubre y que acompaña al artículo "Una nueva fatal", un escribano va a ver al prófugo Tlachique, quien horrorizado deja caer el vaso de pulque y una silla, al recibir la noticia de que Arista ganó las elecciones.144 Tlachique aparece también en otra imagen en que El Tío Nonilla celebra la derrota de Santa Anna y Almonte (figura 5): el Tío se sueña muerto, y desde su tumba ve un rico mausoleo con una inscripción dorada que dice "A. Q. Y. [aquí yacen] las esperanzas de Santa-Anna, Almonte y comparsa." Arriba ve una especie de murciélago, que es el espíritu de Tlachique. Más arriba aparece El Lancero, periódico santanista representado por su director el coronel Cabrera (según el texto, revolotea como una lechuza, sobre una nubecilla, aunque más bien lo vemos volando sobre una escoba, como una bruja), quien le dice al Tío que está velando por las esperanzas de sus héroes, y que representa la fuerza y la justicia (simbolizada por la balanza que, según el Tío, es como el yelmo de Mambrino, que presuntamente usaba Don Quijote). En uno de los lados está un pequeño sepulcro que dice "A.Q.Y. la Historia de México de Suárez de Navarro" (porque éste escribió una historia para alabar a Santa Anna) y en el otro "A.Q.Y. las fazañas militares y literarias de Suárez de Navarro".145 Una de las más conocidas es la estampa en que aparece Tlachique con cuerpo de tonel y sus acostumbradas alas de murciélago. El Tío aclara haberle encontrado así, en el camino a Tacubaya, hurtando el aguamiel a un indio, el cual le pregunta que cuándo dejará de vivir del sudor de los infelices, mientras Tlachique le contesta que está en su derecho, por ser papá del pueblo y por ser socialista.146 Por tanto, El Tío Nonilla, acorde con lo que afirma Andrés Lira, acusaba implícitamente a Perdigón de medrar a expensas de los problemas de los indios respecto a las tierras comunales147 (en este tiempo los propietarios acusaron a los comuneros de socialistas).148
La caricatura que se publicó en el número 8, el 24 de octubre de 1850 (figura 6), causó revuelo por la reacción que provocó. En ella aparecen un tal Gutiérrez, quien lleva un anteojo en mano, y el coronel García y García, quien entonces fungía como diputado, y que camina sobre una cuerda intentando realizar una maroma política, que lo hará caer al suelo. El Tío Nonilla los acusó a ambos de estar involucrados, junto con otros personajes, en una revolución. Cuando García y García se vio caricaturizado, se puso furioso y fue de inmediato a la imprenta a pedir cuentas. Según explicó él mismo en un texto que publicó El Universal,149 habló con Giménez, y éste aceptó haber escrito el artículo y haber dibujado la caricatura, pero le aclaró que la idea le fue sugerida por un tal teniente coronel Junguito (un opositor de Santa Anna),150 y que por tanto era él quien debía responder. García y García retó a Junguito a duelo, y éste aceptó, pero le dijo que arreglara el asunto con el señor Anselmo Cano. Finalmente el diputado discute con Cano y termina hiriéndolo. El caso se llevó a la Cámara de Diputados, dado el cargo de García y García, quien leyó ahí su defensa y atacó y calificó de libelo a El Tío Nonilla. Se leyó también el ejemplar en el que había aparecido la caricatura, y se dio lugar a causa. No obstante, desde la cárcel, Giménez desmintió la versión de García y García, señalando que Junguito nunca había participado en el periódico, ni siquiera indirectamente, y que el propio Giménez le había respondido al injuriado que, como jamás lo había visto, no era posible que hiciese su caricatura, sino que eran buenos amigos quienes le proporcionaban las de las personas que no conocía, y entre ellas no se encontraba Junguito.151
Los hechos anteriores hicieron que algunos de los periódicos enemigos de El Tío Nonilla pidieran su prohibición. Para fortuna de éste, el lance le trajo, según sus propias palabras, un aumento increíble en la lista de suscripciones. Provocó también que la oposición intentara promover un proyecto de ley que prohibiese las caricaturas. Esto pareció absurdo al Tío, pues pensaba que una ley de esta naturaleza desde el principio sería impunemente burlada mediante algún subterfugio: por ejemplo decía, y lo ejemplificaba con una imagen (figura 7), pintar una figura cualquiera que no pareciera hombre para que no fuese posible decir que se trataba de Suárez de Navarro, que llevara un libro inmenso (la Historia del general Santa Anna, por ser muy malo) con candado, en señal de que nadie lo había de abrir. No se le podría acusar a El Tío Nonilla de haber hecho una caricatura del historiador Suárez de Navarro, por más que el avechucho cargara su libro, y él sería muy bobo si encontrara alguna semejanza entre la pintura y su persona. Afirmaba por lo tanto que mientras no se suprimiera la ley de imprenta, cualquier ley sería inútil para impedirle que publicara sus caricaturas.152
La respuesta de El Tío Nonilla es ingeniosa: en la ilustración correspondiente153 indudablemente el personaje es Suárez de Navarro, no sólo por el libro y por la cara (que es la misma con que lo representaría en otras caricaturas), sino porque la pluma nos dice que se trata de un escritor y porque en el papel que sale de su bolsa está escrito el nombre del periódico La Palanca, el cual editaba154 (y en el que Perdigón Garay llegó a colaborar).155 Probablemente este hecho fue el que provocó que se sentenciara a seis meses de reclusión a Giménez, y que José Casanova, el otro redactor, abandonara la publicación, según se anunció en el número del 21 de noviembre.156 No obstante, El Tío Nonillase continuó publicando sin interrupción con todo e ilustraciones. Quizá Giménez continuaba realizando los originales de textos e imágenes en la cárcel, y de ahí los enviaba al impresor; lo que es evidente es que, de ser así, tuvo otros colaboradores, a pesar de que en el número del 21 de noviembre se señalaba que había quedado como único redactor.157 No se sabe el tiempo que en realidad duró la condena, o si fue sólo un subterfugio para calmar las protestas de sus colegas, el caso es que este defensor del partido gobernante se encontraba sin duda libre en febrero (cuando, como se ve adelante, fue retado a duelo por un poeta cubano), y muy probablemente desde mucho antes, dadas la ininterrupción del periódico y la aparición de una nueva publicación redactada por él.
El ya citado historiador jalisciense Suárez de Navarro fue blanco continuo de las burlas de El Tío Nonilla. Es el personaje zoomorfo que aparece a la izquierda en la caricatura que se publicó en el número 5, el 2 de octubre de 1850, en la que Giménez lo representa aconsejando precisamente a Santa Anna (el de la pata de palo) y a sus generales en el momento en que discuten sobre cómo hacer la defensa del país ante la invasión norteamericana, ocurrida tres años atrás. Suárez les propone, supuestamente conforme a lo que haría Napoleón, modelo de Santa Anna, que para evitar mayor derramamiento de sangre apuesten sus tropas en los puntos en los que haya menor probabilidad de que ataque el enemigo. Santa Anna hace la repartición de ellas, y sólo pide que le dejen dos docenas de caballos, de los más "correlones" del ejército. De todas las "corridas" se le dará parte a Suárez de Navarro para que pueda narrar sus hazañas. El enemigo toma la capital sin hechos sangrientos. Gracias a Suárez de Navarro, quien con graznidos de avestruz canta las hazañas del "corredor de Padierna" y chupa el precio de ello, Santa Anna fue postulado presidente y ha obtenido un octavo de voto en las elecciones presidenciales158 (el tema de la invasión, por otra parte, campea a lo largo de El Tío Nonilla, pues la herida por la pérdida del territorio fue muy profunda y estaba muy reciente).
Al final, los ataques de El Tío Nonillase dirigen a los monarquistas y clericales redactores de El Universal, y principalmente a Lucas Alamán, pero también a algunos santanistas y al puro Perdigón Garay.159 En la imagen, publicada el 24 de octubre de 1850 (figura 8), vemos cómo satiriza al doctor Díez de Sollano, cura y director del colegio de San Gregorio, quien dice ha organizado un escuadrón anti-diablos o Guardia de honor de las santas escamas,160 y en las noches ensayan sus himnos antirrepublicanos y santanistas. El hecho de que una joven se encuentre en el cuarto del religioso implica, desde luego, un comentario mordaz.
Las últimas cuatro caricaturas publicadas en El Tío Nonilla aparecieron en un suplemento al número 16, en diciembre de 1850. Ilustran el texto titulado Una conjuración monarquista, poema cáustico,161 que incita al pueblo al linchamiento sangriento de Lucas Alamán, Rafael Rafael, Guadalupe Perdigón Garay, Antonio Haro y Tamariz (ex ministro de Hacienda de Santa Anna), Tagle, Pacheco, Almonte, Ampudia, Blanco y Gutiérrez, y concluye diciendo lo siguiente: "Pueblo, la sangre de estos infames es estiércol que necesita tu sagrado árbol" para que acabe la esclavitud y tiranía.162 Aunque en la lista no incluye a su odiado Suárez de Navarro, éste sí aparece en el poema y en dos de las ilustraciones.
Para hacer la primera caricatura (figura 9), Giménez copió (quizá calcó) literalmente una de las imágenes de Johannot (figura 10),163 y sólo le añadió algunos elementos para darle el sentido que quería. En ella el extravagante vigía dibujado originalmente por el ilustrador francés se convirtió en El Universal, que convoca con su trompeta a una rebelión contra el gobierno republicano. A su alrededor revolotean varios bichos pequeñitos: Tlachique, un fraile, algunos revoltosos con armas en las manos, un murciélago, insectos, serpientes y seres híbridos. Dos de estos detalles (el jinete y el conspirador que lleva la pistola y una soga al cuello) fueron tomados de otras imágenes del artista francés;164 Tlachique es de inspiración nonillesca, y tal vez también lo sean los otros elementos. En general contrasta en esta caricatura la mejor resolución del dibujo de la parte que Giménez copió con la torpeza de la mayoría de los elementos añadidos.
El texto que acompaña esta primera caricatura es el siguiente:
Los planes del combate
dará EL UNIVERSAL....
todos sus redactores
las armas cogerán
y les guiará sus pasosD. LUCAS ALAMÁN...
La imagen que ilustra el segundo canto también fue tomada de Johannot,165 y Giménez sólo le hace pequeñas modificaciones para que ahora represente a los monarquistas, que se atropellan unos a otros para delatarse entre sí. Sin embargo, los rostros no han sido modificados, por lo que es claro que a Giménez no le preocupa necesariamente representar la fisonomía de quienes ataca. Por otra parte, dada su torpeza en el dibujo, tuvo poco éxito para caracterizar fisonomías.
La tercera caricatura se titula Los monarquistas juran ante el Universal y la Historia de Santa-anna ¡morir! ó traernos un Rey (figura 11). En ella aparecen los monarquistas y redactores de El Universal tomando las armas para alterar el orden. Uno de ellos, tal vez Lucas Alamán, presenta garras en lugar de pies, y tiene en la mano un hisopo y un cirial. El personaje que lo mira de frente, y que coge una pistola, podría ser el director de El Universal, Rafael Rafael, según lo describe Guillermo Prieto.166 El personaje vestido de fraile que lleva la historia de Suárez de Navarro debe ser el propio historiador, al que se le reprocha su alianza con los conservadores.
El Canto IV, el último, se titula De como los conjurados monarquistas desaparecen como el humo á la sola presencia de un agente del gobierno. La imagen que lo ilustra resulta divertida a pesar de su sangrienta intención, y en ella los conjurados se esconden en los trastos de una cocina. El texto dice algo sobre los personajes que aparecen en ella: el que está en el fogón es José Ignacio Trigueros;167 Suárez de Navarro está escondido en su libro de historia, llorando sus ambiciones y esperanzas; Perdigón, el flamígero, en un tonel ensayaba "algunos viajes aereos, / de líquido y aire falto". Alamán no aparece aquí pues según el canto lo encontraron "cual lechuza / una lámpara chupando / en una de las iglesias". El pezque está colgado de la pared, a cuyo lado aparece la leyenda de las milagrosas escamas, representa a El Universal.168 Por otra parte, no todos los personajes corresponden necesariamente a personas reales, pues la cara más grande, que asoma del cazo ubicado casi en el centro, fue también copiada de una imagen de Johannot.169
El 26 de diciembre de 1850, en el número 17, El Tío Nonilla anuncia que el segundo tomo ha sido concluido. Dice que va a dormir unos días, y que reaparecerá a mediados de enero, con mejoras: un formato mayor, una tipografía más clara, un precio más accesible, y mayor uniformidad en la impresión y en las ilustraciones. Aunque siempre negó ser órgano de la prensa aristista y que su periódico fuera sostenido por Mariano Arista, ministro de Guerra, ahora se declara satisfecho de haber colaborado en el triunfo de éste, con quien dice tener amistad personal.
Giménez reapareció en la arena periodística como lo había prometido, y nuevamente se vio envuelto en dificultades ocasionadas por sus críticas. El 29 de enero de 1851 Juan Miguel de Losada, poeta y dramaturgo habanero,170 publicó un remitido defendiendo su reputación. Decía que el español lo había calumniado en La Prensa, periódico sucesor de El Tío Nonilla, por lo cual él lo había retado a duelo; llegado el momento de batirse, Giménez se había retractado y había jurado no haber escrito el artículo; sin embargo, después se había jactado de ser el héroe del asunto. Losada decía haberlo vuelto a retar, pero como Giménez no aceptaba, se veía obligado a hacer público el asunto.171 La Prensa,172 el nuevo periódico del Tío Nonilla, estuvo escasamente ilustrado (sólo hay dos láminas litográficas en el ejemplar que se conserva; una es un anuncio para un cajón de ropa, y la otra un globo aerostático), a pesar de que, como se mencionó antes, el escritor supuestamente ya contaba con una prensa litográfica. Finalmente, Giménez no pudo cumplir sus deseos de mejorar su publicación, no sólo con respecto a las ilustraciones, sino tampoco en cuanto a la tipografía (que seguía siendo muy pequeña para ocupar menos papel); y aunque en efecto el periódico aumentó su tamaño, redujo el número de sus páginas. Cabe mencionar también que, para allegarse recursos, Giménez continuó vendiendo la colección completa de la segunda época de El Tío Nonilla,173 señalando que contenía intercaladas
42 láminas litografiadas y 111 grabados; igualmente, ofreció al público el acre suplemento del número 16. Respecto a éste, la imprenta anunció en las páginas de la nueva publicación que, siendo constantes los pedidos que se le hacían sobre la reimpresión de dicho cuadernito, se había solicitado permiso a su dueño para expenderlo, y ya se vendía a real cada ejemplar y a peso la docena.174 Por otra parte, el hecho de que sólo circularan diecisiete números de La Prensa, y que no se anunciara la suspensión, sugiere que surgió algún imprevisto que interrumpió definitivamente la empresa.
Finalmente, se desconoce hasta cuándo permaneció Giménez en México, y si el posterior regreso de Santa Anna al poder, en 1853, le afectó, si es que acaso permanecía en el país.175
Por ahora no puede evaluarse más que parcialmente la importancia que tuvieron las caricaturas de El Tío Nonilla porque es poco lo que sabemos con respecto a dicho género y a su recepción durante la época. Publicaciones contemporáneas a la de Giménez, ahora perdidas, recurrieron también a la sátira política en imágenes; al menos Don Juan Tenorio, periódico que estaba en contra de Arista, anunció hacia agosto de 1850 (antes de que El Tío Nonilla iniciara su segunda época y con ella la publicación de las imágenes que conocemos) que iba a duplicar su tamaño y que engalanaría sus columnas con picantes caricaturas.176 No obstante, se puede afirmar que la vieja tradición alegórica, preponderante en la gráfica satírica posindependentista poco a poco se iba diluyendo para dar paso a lo narrativo, apoyándose sin embargo en un simbolismo de vigencia efímera y momentánea, a veces muy difícil de descifrar por responder a coyunturas específicas, aunque se apoyaba también en estereotipos como el del maromero y el pancista, de los que los caricaturistas decimonónicos harían un uso más prolongado estableciendo con ello un repertorio común de símbolos que facilitaba a la vez la construcción y la decodificación de las imágenes.
Una gran riqueza cultural de la época se refleja en los escritos e imágenes de Joaquín Giménez, el Tío Nonilla; ellos son testimonio de un ingenio agudo, del cual, en este trabajo, sólo se han tocado algunos aspectos. Convendrá más adelante considerar el cruce de tradiciones tanto literarias como visuales que confluyeron en sus creaciones mexicanas. Será importante también intentar localizar, además de las caricaturas de la primera época de El Tío Nonilla, publicaciones como La Palanca, El Huracán, Don Juan Tenorio, etcétera, las cuales no sólo arrojarán mayor información sobre el periódico de Giménez, sino también sobre la historia de esos años, y en particular sobre la propia gráfica.
En cuanto al aspecto meramente histórico, El Tío Nonilla, en sus dos épocas, refleja muy bien el uso que los grupos y partidos políticos hicieron de la prensa a la cual financiaron. Durante su primera etapa, posiblemente pagada por Santa Anna, el periódico criticó al gobierno de Herrera (cuyo brazo derecho era Arista); en su segunda etapa, sus artículos y caricaturas criticaron al desterrado Santa Anna, a los partidarios de éste, a los conservadores, a algún liberal puro, y en general a todos los opositores de Arista, el ministro de Guerra, apoyándolo en su lucha por la silla presidencial durante 1850.
Las inconsistencias de Giménez fueron varias durante la primera época de El Tío Nonilla: primero tomó una posición política de manera precipitada en un país desconocido; luego asumió una postura política contra la forma republicana, trabajando veladamente en favor de la dictadura, a pesar de declararse republicano; otra inconsistencia, probable, fue la de haber "coqueteado" desde entonces con Arista para sondear posibles beneficios. Durante la segunda época, a la vuelta de su destierro, sus incongruencias continuaron: en principio mintió ante la opinión pública (más que ante las autoridades, con las que probablemente ya estaba de acuerdo) en cuanto a que había empeñado su palabra de honor de no entrometerse en la política mexicana; en seguida dio un viraje político repentino del santanismo al moderantismo, que sus antiguos aliados atribuyeron al jugoso auspicio de Arista; finalmente, a pesar de que poseía una lengua incisiva, y de que presumía de estar dispuesto a batirse con los enemigos que lo criticaban,177 cuando llegó el momento de la confrontación se intimidó, primero ante la furia del diputado García y García, y luego ante la de Juan Miguel de Losada, quienes se consideraron calumniados por él.
Es muy probable que sobre todo haya sido el interés económico el que hizo que el desterrado periodista español escribiera y publicara caricaturas primero en favor de un bando y luego en favor de otro. Durante el siglo XIX no fueron excepcionales las ambigüedades, las incongruencias, las contradicciones, los vaivenes, ni en la política ni en el periodismo de nuestro país. De ello son testimonio las acciones de mexicanos destacados y de personajes menores, y también las continuas alianzas y rupturas que establecieron entre sí, durante la década del cuarenta, los grupos con posiciones políticas encontradas. El de Giménez no fue, por tanto, un caso aislado. En todo caso, fue un hombre que llegó a un país extraño sufriendo en carne propia el castigo político por parte del gobierno de su país natal.
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El Universal, México, 7 de agosto de 1849, t. II, núm. 265.
Notas
1. Debo agradecer sus útiles comentarios al maestro Fausto Ramírez, además de su gran estímulo. Aunque casi concluido desde 1998, es hasta ahora cuando este trabajo se ha completado gracias a mi participación en el Seminario sobre Política e Intereses en el México Independiente, que dirige el doctor Miguel Soto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México; a él debo agradecerle el haberme permitido presentar el trabajo en dicho seminario y, desde luego, las acertadas observaciones que ahí se hicieron al respecto.
2. Mide 22 x 15 cm.
3. Periódicos como Don Simplicio o El Siglo Diez y Nuevepublicaron caricaturas sólo ocasionalmente. En cuanto a El gallo pitagórico, se vendió por entregas y como libro, es decir, fuera del formato del periódico (también se obsequió a los suscriptores de El Republicano y a los del Memorial Histórico).
4. Joyce Wadell Bailey y Ricardo Pérez Escamilla son algunos de los escasos autores que lo han comentado someramente en sus respectivos trabajos: Joyce Wadell Bailey, "The Penny Press", en Ron Tyler, Posada's Mexico, Washington, Washington Library of Congress, 1979, pp. 91-92, y Ricardo Pérez Escamilla, "Arriba el telón. Los litógrafos mexicanos, vanguardia artística y política del siglo XIX", en Museo Nacional de Arte, Nación de imágenes: La litografía mexicana del siglo XIX, México, Amigos del Museo Nacional de Arte-Instituto Nacional de Bellas Artes-Grupo ICA-Banamex-Elek, Moreno Valle y Asociados, 1994, p. 28. Dos trabajos panorámicos recientes en que se aborda la inserción de El Tío Nonilla en la historia de la caricatura y la gráfica satírica del siglo XIX son: Rafael Barajas (El Fisgón), La historia de un país en caricatura: Caricatura mexicana de combate: 1829-1872, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2000, 374 pp., y Helia Emma Bonilla Reyna, "La gráfica satírica y los proyectos políticos de nación: (1808-1857)", en Museo Nacional de Arte, Los pinceles de la historia: de la patria criolla a la nación mexicana: 1750-1860, México, Museo Nacional de Arte-Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2000, pp. 170-187.
5. La pérdida de las colonias causó a España una crisis económica y política de la cual tardaría más de un siglo en recuperarse. La inestabilidad política fue profunda; a la muerte de Fernando VII se desata la guerra carlista por la sucesión del trono, que duraría de 1833 a 1839, y en la que los liberales apoyaron a Isabel II, la hija del rey, y los carlistas a don Carlos, hermano de aquél. La guerra tuvo distintas etapas (la más conflictiva va de la primavera de 1835 al otoño de 1837), y no se sabe a partir de qué momento intervino en ella Joaquín Giménez. La victoria fue finalmente para los liberales; sin embargo, el antagonismo de las dos facciones que los componían, progresistas y moderados, creó pugnas al interior. En principio los progresistas quedaron en el poder, siendo encabezados por el general Espartero, pero éste fue reemplazado por el general Narváez en 1844, iniciando con su gobierno la llamada década de los moderados. No obstante, la situación continuó inestable debido a la escasa homogeneidad de los propios moderados, y Narváez dimitió en febrero de 1846. De ahí hasta su vuelta al poder en octubre de 1847 hubo cinco gobiernos, y es posible que Giménez haya colaborado con el de Pacheco, que duró de marzo a agosto de 1847. En 1848 Narváez enfrenta y derrota una serie de conspiraciones y movimientos armados de progresistas (durante la primera parte del año, con desórdenes en la ciudad de Madrid el 26 de marzo y el 7 de mayo), republicanos revolucionarios (en verano) y carlistas (en otoño). Es posible que la expulsión de Giménez esté vinculada con estos sucesos; según sus propias palabras, vivía como periodista justamente en Madrid, y quizá haya participado en la conspiración de los progresistas, puesto que en julio ya estaba encarcelado, y días después fue expulsado de España. Vicente Palacio Atard, La España del siglo XIX: 1808-1898, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, 668 pp.
6. El erudito sevillano Manuel Cañete (1822-1891) fue un conocido hombre de letras en su época; escribió poesía y teatro, pero sobre todo destacó en la oratoria parlamentaria y en la crítica literaria; hizo numerosos estudios sobre literatura española y latinoamericana, entre los que se encuentra Teatro español del siglo XVI y Escritores españoles e hispanoamericanos, publicados respectivamente en 1855 y en 1882. Emiliano Díez-Echarri et al., Historia general de la literatura española e hispanoamericana, 2a. ed., Madrid, Aguilar, 1979, pp. 742, 983, 1017 y 1159, y Ángel Balbuena Prat, Historia de la literatura española, 8a. ed., Barcelona, Gustavo Gili, 1974, t. I, p. 810.
7. "Al autor de 'El Ensayo'", en El Tío Nonilla, México, 26 de agosto de 1849, t. i, suplemento del núm. 2, sin número de página, y "A los redactores de La Espada de Damocles", en El Tío... op. cit., sin fecha, t. II, suplemento del núm. 2, p. 4.
8. El Monitor Republicano afirmó, después de que Giménez fue expulsado de México a fines de 1849, que el ministro español no lo había reconocido como súbdito de España y que había sido desnaturalizado en su primitivo país. "Gacetilla", en El Monitor Republicano, México, 13 de diciembre de 1849, año 5, núm. 1675, p. 4.
9. Este manuscrito pertenece al caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón, a quien debo agradecer la generosidad de permitirme consultarlo.
10. 10. Joaquín Giménez, "La Habana por dentro", manuscrito concluido en La Habana el 1o de junio de 1849, p. 7.
11. Ibidem, p. 21.
12. Ibidem, p. 8.
13. Giménez parece haber echado mano de un recurso bastante usual entre los escritores románticos: el desdoblamiento del yo. Así, Nonilla es una suerte de sosia o proyección de algunos rasgos del propio Giménez. Acaso el desdoblamiento creativo más célebre de la época sea el de los personajes de Eusebio y Florestán, que habitaban en el yo de Robert Schuman, tanto en su aspecto de compositor como de crítico musical. Por lo demás, el tema del "doble" recorre la literatura del siglo XIX. Además, era un recurso muy utilizado en la literatura satírica la creación de un personaje con quien dialogar y, de esta manera, dar pie a numerosas observaciones críticas de la sociedad contemporánea. Pensemos, para el caso mexicano, en El gallo pitagórico de Juan Bautista Morales.
14. Giménez era impreciso al hacer esta aseveración. En efecto, ya en muchos de los países europeos habían fructificado las ideas abolicionistas, derivadas de las ideas filosóficas dieciochescas. En España, por ejemplo, la esclavitud se abolió definitivamente en 1837, permitiendo, sin embargo, por razones económicas, su existencia en Cuba, y también en Puerto Rico. En Estados Unidos sería hasta la guerra de secesión, entre 1860 y 1865, cuando esta situación se resolvería de manera definitiva en todo el territorio. M. Cowley y Daniel P. Mannix, Historia de la trata de negros, Madrid, Alianza, 1968, 281 pp.
15. Giménez, "La Habana...," op. cit., pp.72-73.
16. Ibidem, p. 184.
17. Ibidem, p. 125.
18. "Sátira", en El Tío..., op. cit., 19 de agosto de 1849, t. I, núm. 1, p. 9.
19. "La Espada de Damocles", en El Tío..., op. cit., 26 de agosto de 1849, t. II, suplemento del núm. 2, p. 4.
20. "Al autor de 'El Ensayo'", en El Tío..., op. cit., 26 de agosto de 1849, t. I, suplemento del núm. 2, sin número de páginas.
21. "Al Monitor Republicano", en El Universal, 7 de agosto de 1849, núm. 265, p. 2. Hay que recordar que Cuba era un punto en el camino a Turbaco, lugar donde se exilió Santa Anna, y en donde sus partidarios llegaron a visitarlo.
22. "El Tío Nonilla", en El Monitor..., op. cit., 4 de agosto de 1849, núm. 1544, p. 4.
23. Ibidem, pp. 2-3. Respecto a la obra teatral de Giménez, éste representó también otra obra titulada El doctor Canuto o Cuatro novios para una. Véase la nota 27.
24. "Al autor de 'El Ensayo'", en El Tío..., op. cit., 26 de agosto de 1849, t. I, suplemento del núm. 2, sin número de páginas.
25. "Beneficios", en El Tío..., op. cit., 14 de octubre de 1849, t. I, núm. 9, p. 139.
26. "Revolución teatral", en El Tío..., op. cit., 18 de noviembre de 1849, t. I, núm. 14, p. 216.
27. La obra teatral de Giménez en México, según parece, no dejó huella; no encontré ninguna referencia ni a ella ni a su persona en los clásicos estudios sobre la historia del teatro en México de Olavarría y Ferrari y de Reyes de la Maza. Enrique Olavarría y Ferrari, Reseña histórica del teatro en México, 1538-1911, 3a. ed. ilustrada y puesta al día de 1911 a 1961, México, Porrúa, 1961, t. I, 492 pp.; y Luis Reyes de la Maza, El teatro en México en la época de Santa Anna, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1972, t. I (1840-1850), 597 pp. (Estudios y Fuentes del Arte en México, XXX).
28. Bailey, op. cit., p. 91, señala que El Tío Nonilla fue impreso en el mismo lugar que el periódico El Calavera: calle de Chiquis, en la Tipo-Litografía de Navarro. Cabe puntualizar, no obstante, que a lo largo de su publicación, salió de distintas imprentas: durante su primera época, de La Voz de la Religión(calle de San José el Real núm. 13); en su segunda época, los tres primeros números salieron de la imprenta de Vicente García Torres, y el resto de la de Juan R. Navarro. Además, algunos de los suplementos salieron de otros negocios, como por ejemplo el del número 4, fechado el 28 de septiembre de 1850, el cual salió de la calle de las Escalerillas núm. 2, y fue impreso por Manuel F. Redondas.
29. "El Tío Nonilla", en El Monitor..., op. cit., 4 de agosto de 1849, núm. 1544, p. 4.
30. Ibidem, y "Desvergüenza", en El Monitor..., op. cit., 8 de agosto de 1849, núm. 1548, p. 4.
31. "Al Monitor Republicano", en El Universal, México, 7 de agosto de 1849, t. II, núm. 265, p. 2.
32. "Interesante a los desesperados y pobres de espíritu", en El Tío..., op. cit., 23 de septiembre de 1849, t. I, núm. 6, p. 94. En este artículo da alguna pista sobre quienes fueron los otros redactores en la primera época, pues está firmado, al parecer, con los nombres de pila, en diminutivo, de los redactores, que además de Joaquinito son Pepito y Agustinito.
33. En la primera época se publicó por entregas la novela Trampas legales, del español Tomás Rodríguez Rubí; en la segunda época se publicó Doña Blanca de Navarra(aunque no se aclara quien es el autor, se trata de Francisco Navarro Villoslada), El page de doña Blanca de José Casanova (el otro redactor de El Tío Nonilla en la segunda época), Un nuevo José (leyenda española), El castellano viejo, de Larra. Entre los textos literarios hay también algunos poemas que cuando no son chuscos son de un romanticismo lánguido. Algunos de éstos fueron escritos por el mismo Giménez.
34. "La suegra", en El Tío..., op. cit., 30 de septiembre de 1849, t. I, núm. 7, pp. 104-106.
35. "Mi comadre", en El Tío..., op. cit., 5 de diciembre de 1850, t. II, núm. 14, pp. 212-216.
36. "Pensamiento suelto", en El Tío..., op. cit., 9 de septiembre de 1849, t. I, núm. 4, pp. 49-50.
37. Célebre dibujante romántico, el francés Tony Johannot (1803-1852) ilustró obras de Goethe, Lafontaine, Lamartine, Molière, Perrault, Prévost, Rousseau, Sand, Vigny, Sue, Balzac, Victor Hugo y el Quijote de Cervantes.
38. El maestro Fausto Ramírez me hizo notar que Giménez usó como fuentes las imágenes con que Johannot ilustró el Voyage où il vous plaira. Tomé como referencia la traducción en español: Alfred Musset, Viaje a donde se os antoje, Barcelona, Hesperus, 1987, 178 pp. Por lo que se refiere a la imagen de la que Giménez tomó el personaje para representar a Nonilla, véase la página 30.
39. "Los cómicos de la legua", en El Tío..., op. cit., 14 de octubre de 1849, t. I, núm. 9, pp. 144-145.
40. "Soirées de Mr. Levasseur", en El Tío..., op. cit., 9 de septiembre de 1849, t. I, núm. 4, p. 55.
41. "San Ángel", en El Tío..., op. cit., 19 de agosto de 1849, t. I, núm. 1, p. 14.
42. "Gas en el teatro", en El Tío..., op. cit., 16 de septiembre de 1849, t. I, núm. 5, p. 74.
43. "Rótulo antisombreril", en El Tío..., op. cit., 26 de agosto de 1849, t. I, núm. 2, p. 21.
44. "Revolución femenil", en El Tío..., op. cit., 19 de agosto de 1849, t. I, núm. 1, p. 13.
45. "Correos", en El Tío..., op. cit., 11 de noviembre de 1849, t. I, núm. 13, p. 198.
46. En principio Giménez señaló que la obra constaría de tres tomos "A nuestros suscriptores", en El Tío..., op. cit., 21 de octubre de 1849, t. I, núm. 10, p. 148; posteriormente dijo que constaría de dos partes: la primera tendría seis u ocho pliegos, en "A nuestros suscriptores", en El Tío..., op. cit., 28 de octubre de 1849, t. I, núm. 11, p. 165.
47. Al concluir la obra pensaba entregar portadas, índice y tabla para la colocación de las láminas. "A nuestros suscriptores", en El Tío..., op. cit., 21 de octubre de 1849, t. I, núm. 10, p. 148.
48. "A nuestros suscriptores", en El Tío..., op. cit., 11 de noviembre de 1849, t. I, núm. 13, p. 208.
49. Los redactores que continuaron con la publicación señalaron que los Ensayos magnéticos se suspendían por el destierro de su autor, pero que la obra se reanudaría cuando éste enviara los originales desde Mobila. "Ensayos magnéticos", en El Tío..., op. cit., 6 de enero de 1850, t. I, núm. 20, p. 314. Al reiniciar su segunda época, El Tío Nonilla anunció que continuaría publicando entre otras obras los Ensayos magnéticos, pero no se sabe si en efecto lo hizo. "A mis antiguos sucritores. Prospecto de este segundo tomo, segunda época de El Tío Nonilla", en El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 1, p. 11.
50. Moisés González Navarro, Anatomía del poder en México, 1848-1853, México, El Colegio de México, 1977, p. 215.
51. "Preguntas sueltas", en El Tío..., op. cit., 23 de septiembre de 1849, t. I, núm. 6, p. 84.
52."Robos", El Tío..., op. cit., 28 de octubre de 1849, t. I, núm. 11, p. 167.
53.Véanse, por ejemplo, las opiniones de un personaje prominente como Mariano Otero, o de un observador también contemporáneo y ahora desconocido cuyo nombre fue Vicente Cazarín. González Navarro, op. cit., pp. 222 y 237-238.
54. Pedro Santoni, Mexican at Arms. Puro Federalists and the Politics of War, 1845-1848, Texas, Texas Christian University Press Fort Worth, 1996, pp. 2-3.
55. Este observador desconocido fue Vicente Cazarín. González Navarro, op. cit., pp. 237-238.
56. "Invasión" y "Nuestro gobierno es más filarmónico que patriota", en El Tío..., op. cit., 2 de septiembre de 1849, t. I, núm. 4, p. 46.
57. En el libro de Santoni, op. cit., queda muy claro este continuo hacer y deshacer pactos por parte de los grupos políticos durante el periodo de 1845 a 1847.
58.González Navarro, op. cit., p. 236.
59. Ibidem.
60. Salvador Rueda Smithers, El diablo de Semana Santa. El discurso político y el orden social en la ciudad de México en 1850, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1991 (Colección Divulgación), p. 298. Sobre esta alianza, véase también Niceto de Zamacois, Historia de Méjico desde sus tiempos más remotos hasta nuestros días, Barcelona-México, J. F. Parres, 1880, vol. XIII, p. 417.
61. Juan Suárez de Navarro, quien (como se ve adelante) fue durante esta época un ardiente colaborador de Santa Anna, después de su ruptura con Santa Anna en 1853, reconoció que éste había financiado la campaña contra Arista. González Navarro, op. cit., p. 245.
62. Sucesivamente lo acusaron La Espada de Damocles, La Palanca y El Mensajero(éste lo acusó también de haber colaborado con los conservadores). "La espada de Damocles", en El Tío..., op. cit., sin fecha, t. II, suplemento del núm. 2, p. 4; "La palanca", en El Tío..., op. cit., 28 de septiembre de 1850, t. II, núm. 4, p. 53; y "Originalidades del mensajero", en El Tío..., op. cit., 7 de noviembre de 1850, t. II, núm. 10, p. 155.
63. Anónimo, Antonio López de Santa Anna / Candidato para la próxima presidencia, México, Imprenta de Vicente G. Torres, en el ex convento del Espíritu Santo, 1850. Este impreso se encuentra inserto entre las páginas de El Monitor Republicano, en el ejemplar del Fondo Reservado de la Hemeroteca Nacional de México.
64. "Gacetilla de la capital", en El Monitor..., op. cit., 27 de julio de 1850, núm. 1901, p. 4.
65. Ibidem, 10 de junio de 1850, núm. 1854, p. 3.
66. Ibidem, 10 de mayo de 1850, núm. 1823, p. 4, y 30 de mayo de 1850, núm. 1843, p. 3.
67. Rafael Junguito, Contestación al alegato presentado por D. Juan Suárez de Navarro en la causa instruida al teniente coronel D. Rafael Junguito, por difamación, México, Imprenta de Vicente García Torres, a cargo de L. Vidaurri, 1850, p. 6.
68. Supuestamente fue encerrado durante un año. González Navarro, op. cit., pp. 241-242.
69. "De la federacion á la anarquía, no hay sino un solo paso", en El Tío..., op. cit., 11 de noviembre de 1849, t. I, núm. 13, pp. 193-195.
70. "Revista impolítica de la semana", en El Tío..., op. cit., 26 de agosto de 1849, t. I, núm. 2, pp. 17-19.
71. "Viva la ley", en El Tío..., op. cit., 9 de septiembre de 1849, t. I, núm. 4, pp. 61-62.
72. "A la juventud de México", en ibidem, p. 59.
73. "Medidas inquisitoriales", en El Tío..., op. cit., 30 de septiembre de 1849, t. I, núm. 7, p. 107.
74. "El Tío Nonilla a su compadre Joaquín: Fraterna", en El Tío..., op. cit., 14 de octubre de 1849, t. I, núm. 9, p. 132.
75. "Medidas inquisitoriales", en El Tío..., op. cit., 30 de septiembre de 1849, t. I, núm. 7, p. 107.
76. "Preguntas sueltas", en El Tío..., op. cit., 23 de septiembre de 1849, t. I, núm. 6, pp. 84-86.
77. "Proezas de los diputados" y "Heroísmo de los senadores", en El Tío..., op. cit., 28 de octubre de 1849, t. I, núm. 11, p. 166.
78. "Diputados y soldados", en El Tío..., op. cit., 7 de octubre de 1849, t. I, núm. 8, p. 113.
79. "Ejército", en El Tío..., op. cit., 16 de septiembre de 1849, t. I, núm. 5, p. 66.
80. "Diputados y soldados", en El Tío..., op. cit., 23 de septiembre de 1849, t. I, núm. 6, p. 81.
81. "Periódicos nacionales", en El Tío..., op. cit., 21 de octubre de 1849, t. I, núm. 10, p. 149.
82. González Navarro, op. cit., pp. 224-231, y Zamacois, op. cit., pp. 310-339.
83. Zamacois, op. cit., p. 324.
84. "Anécdota patriótica" y "El Sr. Anaya", en El Tío..., op. cit., 9 de diciembre de 1849, t. I, núm. 17, pp. 261 y 266.
85. Enrique Olavarría y Ferrari et al., México a través de los siglos, México, Cumbre, 1977, t. IV. México independiente, p. 731. En efecto, Giménez había dedicado uno de sus suplementos a la reseña de dicha exposición.
86. "Infame conducta del gobierno con Don Joaquin Jiménez / Director en gefe de este periódico", en El Tío..., op. cit., 16 de diciembre de 1849, t. I, núm. 18, pp. 273-284.
87. "¡A paseo!!-Una Revolución!", en El Tío..., op. cit., 28 de noviembre de 1850, t. II, núm. 13, p. 202.
88. "¡Muera D. Lucas Alamán!!", en El Tío..., op. cit., 9 de diciembre de 1849, t. I, núm. 17, p. 268.
89."Infame conducta del gobierno con Don Joaquin Jiménez / Director en gefe de este periódico", en El Tío..., op. cit., 16 de diciembre de 1849, t. I, núm. 18, p. 284.
90. "Reflecsiones y profesion de fe que hace El Tío Nonilla en su segunda época" y "A mis antiguos sucritores. Prospecto de este segundo tomo, segunda época de El Tío Nonilla", en El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 1, pp. 5, 9 y 10.
91. Expulsado por la ley del Caso, el conde de la Cortina volvió a México para colaborar con Santa Anna en 1834. Posteriormente, en 1854, fue condecorado por el caudillo con la Orden de Guadalupe; el mismo conde se encargó de preparar la fastuosa ceremonia de reinstalación de la Orden, y preparó el baile que en esa fecha ofreció Santa Anna, Su Alteza Serenísima, en Palacio Nacional. Además, según Romero de Terreros, el conde hizo cuantiosos préstamos al último gobierno del general, y debido a que nunca los recuperó, arruinó su fortuna. Véase Manuel Romero de Terreros (prólogo y selección), Poliantea: conde de la Cortina, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1944 (Biblioteca del Estudiante Universitario), pp. XI-XII y XVI. Por su parte Pedro Santoni señala que el conde perteneció a la Junta de Notables que creó las Bases Orgánicas de 1843, constitución que amplió los poderes del ejecutivo, encabezado por Santa Anna, y bajo la cual el general estableció su primera dictadura. En agosto de 1846 Santa Anna regresó gracias a una frágil y conflictiva alianza entre puros, santanistas y moderados; entonces el conde fungió como gobernador del Distrito Federal, cargo desde el cual trató de debilitar al partido radical, el cual ya había pedido a Santa Anna que lo depusiera, pero el general no aceptó, arguyendo que confiaba en el conde. Santoni, op. cit., pp. 20-21 y 149-155.
92. "El Lancero", en El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 1, p. 16.
93. "El tío Nonilla", en El Siglo Diez y Nueve, México, 14 de diciembre de 1849, t. II, núm. 348, p. 718.
94. "Gacetilla de la capital", en El Monitor..., op. cit., 13 de diciembre de 1849, núm. 1675, p. 4.
95. Ibidem, 15 de diciembre de 1849, núm. 1677, p. 4.
96. "Revelaciones", en El Monitor..., op. cit., 10 de junio de 1850, núm. 1854, p. 3.
97. El artículo de El Huracán titulado "Presidencia de la República" es citado en "Remitidos", en El Monitor..., op. cit., 25 de julio de 1850, núm. 1899, p. 2.
98. "Al público", en El Tío..., op. cit., 30 de octubre de 1850, t. II, núm. 9, p. 144.
99. "Infame conducta del gobierno con Don Joaquín Jiménez / Director en gefe de este periódico", en El Tío..., op. cit., 16 de diciembre de 1849, t. I, núm. 18, p. 273.
100. "Revelaciones", en El Monitor..., op. cit., 10 de junio de 1850, núm. 1854, p. 3.
101. Ibidem. "Cartas de D. Joaquín Jiménez (El Tío Nonilla) sobre los Estados Unidos de América dirigidas desde New Orleans al Exmo. Sr. Conde de la Cortina y de Castro", en El Monitor..., op. cit., 16 de julio de 1850, núm. 1890, pp. 3-4.
102.Probablemente por un error del cajista, en el texto se señala que el diseño de la lámina fue hecho por el Sr. Jimeno, en vez de Jiménez (variación ortográfica con la que ocasionalmente se hace referencia al director de El Tío Nonilla en las propias páginas del periódico). "Inundaciones de Mississipi", en El Tío..., op. cit., 28 de noviembre de 1850, t. II, núm. 13, p. 201. Hay que señalar, sin embargo, que el estilo primario del dibujo es muy similar al de las láminas que hizo para el manuscrito "La Habana por dentro". Por otra parte, cabe apuntar que Giménez continuó alimentando el interés viajero y publicó una pequeña obra que se tituló Una emigración en África, con noticias interesantes y curiosas, la cual llevaba láminas fuera del texto con vistas de los lugares y las escenas más interesantes. "Una emigración en África", en El Tío..., op. cit., 12 de diciembre de 1850, t. II, núm. 15, p. 230. Esta obra volvería a ser editada por el escritor a partir de enero de 1851 (junto con un nuevo periódico), y nuevamente contó con ilustraciones, las cuales, según se afirmó, serían medianamente litografiadas por el propio autor.
103. "Revelaciones", en El Monitor..., op. cit., 10 de junio de 1850, núm. 1854, p. 3.
104. "El Sr. Jiménez", en El Monitor..., op. cit., 20 de mayo de 1850, núm. 1833, p. 4.
105. "Revelaciones" y "Don Joaquín Jiménez", en El Monitor..., op. cit., 7 de mayo de 1850, núm. 1854, p. 3.
106. Romero de Terreros, op. cit., afirma en tono anecdótico que fue su sentido del humor el que le hizo regalar a la reina Isabel II una falsa espada que supuestamente había pertenecido a Bernal Díaz del Castillo, y que durante muchos años sería exhibida en la Real Armería de Madrid; narra también que en alguna ocasión cometió la travesura artística de falsificar unas pinturas (pp. XI-XII).
107. "Don Joaquín Jiménez / El Tío Nonilla", en El Monitor..., op. cit., México, 10 de junio de 1850, núm. 1902, p. 3.
108. "Remitido", en El Monitor..., op. cit., 27 de junio de 1850, núm. 1854, p. 3. Más que de un remitido de los lectores, quizá se trataba de un "autorremitido", puesto que a estas alturas Giménez y los redactores de El Monitor Republicano ya habían hecho las paces.
109."Fraternidad de los protestantes", en El Monitor..., op. cit., México, 28 de julio de 1850, núm. 1902, p. 3.
110."Remitido", en la Gacetilla del Monitor, México, 1o de agosto de 1850, t. I, núm. 3, p. 2.
111."Fraternidad de los protestantes", en El Monitor..., op. cit., 28 de julio de 1850, núm. 1902, p. 3.
112. "A mis antiguos suscritores. Prospecto de este segundo tomo, segunda época de El Tío Nonilla", en El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 1, p. 10.
113. Ibidem.
114. "A última hora" y "Amagos de una revolución", en El Tío..., op. cit., 5 de diciembre de 1850, t. II, núm. 14, p. 221; y 12 de diciembre de 1850, t. II, núm. 15, p. 224. Véase también la caricatura publicada en el número 8, el 24 de octubre de 1850.
115. "Iturbide", en El Tío..., op. cit., 23 de septiembre de 1849, t. I, núm. 6, p. 89.
116. "De como El tío Nonilla dice lo que le parece y con fundamento piensa, respecto al largo y edificante sermon que á guisa de artículo de fondo, inserta el reverendo Universal en su número del sábado último bajo el rubro de: A todos los mexicanos amantes de su patria", en El Tío..., op. cit., 19 de diciembre de 1850, t. II, núm. 16, p. 242. Es conocido el trasfondo ideológico de la agria polémica entre conservadores y liberales acerca de la valoración histórica de las figuras de Hidalgo e Iturbide en torno al movimiento de independencia. Charles A. Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora, ia. ed., México, Siglo XXI, 1994, p. 20.
117. "¿Qué es patriotismo? ¿Quiénes son patriotas?", en El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 2, pp. 18-19.
118. Una narración detallada de este crimen y de su contexto político se encuentra en Rueda Smithers, op. cit.
119. "Los calumniadores del Sr. Arista", en El Tío..., op. cit., 21 de noviembre de 1850, t. II, núm. 12, p. 179.
120."Reflecsiones y profesión de fe que hace el Tío Nonilla en su segunda época", en El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 1, p. 5.
121."Exigencias del país. Deberes que deben llenar sus primeros magistrados", en El Tío..., op. cit., 28 de noviembre de 1850, t. II, núm. 13, pp. 193-194.
122. Ibidem, p. 2. Ocasionalmente aparecieron colaboraciones de Casanova en El Monitor Republicano: el 6 de septiembre publicó un poema escrito en Cádiz, y el 26 de octubre otro titulado justamente Cádiz, por lo que es muy probable que, como Giménez, fuese natural de esa región.
123. "A nuestros amigos y modernos suscritores", en El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 1, p. 2.
124. El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 1, p. 11.
125. El Tío..., op. cit., 30 de octubre de 1850, t. II, núm. 9, p. 145.
126. Bailey, op. cit., p. 91. Cabe señalar que una ventaja de la xilografía sobre la litografía es la posibilidad de ser reutilizada, y en estos años, en México, las imágenes pasaron a menudo de una publicación a otra. El grabado que cita Bailey, después de aparecer en El Tío Nonilla volvió a ser utilizado años después en el Calendario de José María Aguilar para 1860.
127. Comparar la xilografía que apareció el 12 de septiembre de 1850 en la página 44, número 3 del t. II de El Tío Nonilla con la que aparece en la página 170 de La risa, 3 de marzo de 1844, t. II, núm. 169.
128. "A mis antiguos suscritores. Prospecto de este segundo tomo, segunda época de El Tío Nonilla", en El Tío..., op. cit., 29 de agosto de 1850, t. II, núm. 1, p. 10.
129. Véase, por ejemplo, la que se titula Relacion del castigo orrendo que tubo un hijo desobediente que quiso matar á su padre, impresa en la calle de San Camilo núm. 9, colección Lafragua, vol. 422.
130. "A nuestros lectores", en El Tío..., op. cit., 28 de septiembre de 1850, t. II, núm. 4, p. 49.
131. "Al público", en El Tío..., op. cit., 30 de octubre de 1850, t. II, núm. 9, p. 144.
132. Cabe señalar, por ejemplo, una imagen titulada el Ensueño del tirano, la cual circuló en una hoja suelta hacia 1845 y forma parte de la colección de Rafael Barajas, quien la analiza en su libro, op. cit., pp. 140-141. Igualmente la imagen titulada Golpe de estado, que apareció en el Calendario liberal de 1854 editado por Vicente Segura Argüelles.
133. Dicha postura provocó que el periódico santanista El Lancero acusara caballerosamente a El Tío Nonilla de ser el órgano de la prensa de Arista más conceptuado y capaz, acusación que El Tío Nonilla rechazó. "Al Lancero", en El Tío..., op. cit., 5 de septiembre de 1850, t. II, núm. 2, p. 30.
134. "Cuadros animados", en El Tío..., op. cit., 10 de octubre de 1850, t. II, núm.6, p. 85.
135. Pedro Santoni, op. cit., p. 212.
136. Carmen Vázquez Mantecón, Santa Anna y la encrucijada del Estado. La dictadura (1853-1855), México, Fondo de Cultura Económica, 1986, pp. 28-36.
137. González Navarro, op. cit., p. 161.
138. Andrés Lira, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México: Tenochtitlan y Tlatelolco, sus pueblos y barrios, 1812-1919, Zamora, El Colegio de México-El Colegio de Michoacán, 1983, pp. 143-144, 151-152, 168.
139. Rueda Smithers, op. cit., p. 333, señala que durante la campaña a la presidencia de Arista se publicó en su contra un periódico titulado El Tlachique, que calificó a Arista de bribón. Sin embargo, el autor no precisa cuál fue la fuente de donde obtuvo este dato, y parece más bien que se trata de una ligera confusión, pues, por el orden en que cita la información, es casi seguro que dedujo lo anterior de una nota publicada en El Tío Nonilla titulada "El foragido Perdigon (a. Lic. Tlachique)", en El Tío..., op. cit., 2 de octubre de 1850, t. II, núm. 5, p. 69, en la que se dice que entre los papeluchos que habían circulado en los últimos días, había uno del forajido Perdigón en contra de que se votara por Arista; el redactor comentaba que un ataque de ese perdido (Perdigón) era en realidad un elogio.
140. "Cuadros animados", en El Tío..., op. cit., 28 de septiembre de 1850, t. II, núm. 4, pp. 58-59.
141. Lira, op. cit., p. 168.
142. Tomás de Castro y Antonio Alvarado, Extracto de la causa formada al ex-coronel Juan Yáñez y socios, por varios asaltos y robos cometidos en poblado y despoblado, que para satisfacción del público dan a la luz los fiscales que la han instruido, México, Imprenta de Galván, 1939, reproducido en Felipe Gálvez et al., Los verdaderos bandidos de Riofrío, 2a. ed., México, Ediciones y Distribuciones Hispánicas, 1987.
143. "Una conjuración monarquista. Poema cáustico en cuatro cantos en verso, y epílogo en prosa, adornado con cuatro láminas", en El Tío..., op. cit., sin fecha, t. II, suplemento del núm. 16, sin número de páginas. No tiene fecha, pero debió publicarse el 21 de diciembre de 1850, según se señala en el número siguiente.
144. "Una nueva fatal", en El Tío..., op. cit., 10 de octubre de 1850, t. II, núm. 6, p. 92.
145. "Cuadros animados", en El Tío..., op. cit., 17 de octubre de 1850, t. II, núm. 4, p. 110.
146. "Cuadros animados", en El Tío..., op. cit., 30 de octubre de 1850, t. II, núm. 9, p. 133.
147. Lira, op. cit., p. 159.
148. La retórica política se modernizaba y universalizaba los sucesos locales en la manera de describirlos, por ello hablaba de "socialismo" en relación con los pueblos comunalistas. El fantasma de la igualdad asustó incluso a los liberales más destacados como Mora, quienes impugnaron la rousseauniana "voluntad general" convirtiéndola en antítesis del orden y los derechos individuales. La guerra de castas y los sucesos de Europa en 1848 acrecentaron el miedo a la igualdad que se equiparaba al caos. Rueda Smithers, op. cit., pp. 33 y 224-225.
149. "Exposición", en El Universal, op. cit., 3 de noviembre de 1850, t. IV, núm. 718, p. 2.
150. Junguito fue acusado de difamación por Suárez de Navarro, a quien disgustó un artículo que el primero publicó en El Monitor Republicano el 31 de agosto de 1850, y cuyo título era "Reflexiones sobre la retirada de la Angostura". Véase Rafael Junguito, Contestación al alegato presentado por D. Juan Suárez de Navarro en la causa instruida al teniente coronel D. Rafael Junguito, por difamación, México, imprenta de Vicente García Torres, a cargo de L. Vidaurri, 1850.
151. "Gran Jurado", en El Tío..., op. cit., 7 de noviembre de 1850, t. II, núm. 10, p. 151.
152. "Caricaturas", en El Tío..., op. cit., 7 de noviembre de 1850, t. II, núm. 10, pp. 159-160.
153. Esta caricatura de Suárez de Navarro guarda una afinidad que quizá no sea casual con una imagen realizada por Grandville en 1844 para su obra Un autre monde, en la que aparece un personaje vestido de forma muy similar y con patas semejantes en la forma a las de la imagen de El Tío Nonilla, Grandville, Otro mundo, Barcelona, Hesperus, 1988, p. XXIX.
154. En el anónimo "Remitido", en Gacetilla del Monitor, 3 de agosto de 1850, núm. 3, p. 3., se afirmaba que en La Palanca no sólo escribían Suárez de Navarro y [Juan] García Brito, pues al ser denunciados algunos artículos difamatorios de dicho periódico había resultado que sus supuestos autores eran en realidad "firmones" que prestaban su nombre para que ocultos tras ellos otros escribieran.
155. "El Sr. Perdigón Garay ", en El Tío..., op. cit., 24 de octubre de 1850, t. II, núm. 8, p. 112.
156. Sin embargo, Casanova continuó en México por lo menos algún tiempo, pues el 21 de enero de 1851 se anunció en El Monitor Republicano que en el Teatro Nacional se estrenaría la obra Un rasgo del rey doliente, escrita en La Habana por el propio José Casanova (a quien se reputaba como muy conocido por sus producciones literarias) y por el cubano Joaquín García.
157. "Al público", en El Tío..., op. cit., 28 de noviembre de 1850, t. II, núm. 13, p. 192.
158. "Cuadros animados", en El Tío..., op. cit., 2 de octubre de 1850, t. II, núm. 5, p. 73.
159. González Navarro señala que desde el principio el gobierno de Arista fue combatido por el partido conservador, por una parte del puro, por los santanistas y por los militares a quienes siendo ministro de Guerra dio de baja. En realidad, este combate se había iniciado desde la candidatura de Arista, como se ve a lo largo de los contraataques en El Tío Nonilla. González Navarro, op. cit., p. 215.
160. Desde 1849, El Monitor Republicano llamaba a El Universal el periódico de las santas escamas porque éste había anunciado como prodigio un pez de llamativas escamas que se había encontrado en el colegio de San Gregorio.
161. Circuló en cuadernillo, bajo el título Aguinaldo a los monarquistas, según se indica en La Prensa, que, como se ve adelante, fue la posterior y efímera publicación de Giménez. "Anuncios", en La Prensa, 8 de febrero de 1851, t. I, núm. 17.
162. Una conjuración monarquista, poema cáustico, en El Tío..., op. cit., sin fecha, t. II, suplemento del núm. 16, sin número de páginas. No tiene fecha, pero debió publicarse el 21 de diciembre de 1850, según se señala en el número siguiente.
163. Musset, op. cit., p. 29.
164. Ibidem, pp. 103 y 117.
165. Ibidem, p. 121.
166. Según el célebre escritor mexicano, Rafael Rafael era "de cabello cerdoso y tupido, barba recia, nariz romana, ancha espalda, piernas fornidas..." Henry Lepidus, "Historia del periodismo mexicano", en Anales del Museo Nacional de Antropología, Historia y Etnología, México, 1927, 4a. época, t. V, p. 421.
167. Trigueros fue un acendrado santanista; en 1847, al regreso de Santa Anna a la capital, él quedó como gobernador del Distrito Federal. Pedro Santoni, op. cit., p. 194.
168. Véase la nota 160.
169. Musset, op. cit., p. 91.
170. Losada tuvo un cargo militar en el ejército mexicano, a pesar de ser cubano de nacimiento. El 20 de enero de 1850 estrenó en el Teatro Nacional su primera obra escrita en México, la cual se tituló El grito de Dolores y fue además la primera puesta en escena que utilizó este tema. A la representación asistieron el presidente Herrera y sus ministros. Luis Reyes de la Maza, op. cit., p. 80.
171. "Remitido", en El Monitor..., op. cit., 29 de enero de 1851, núm. 2078, p. 1.
172. Agradezco a María José Esparza el haberme informado de la existencia de un delgado volumen de dicho periódico en la Colección Alzate del Instituto de Investigaciones Históricas. En la portada, realizada con letra manuscrita (muy probablemente del propio Giménez), se indica lo siguiente: "La Prensa, periódico hispano-mexicano publicado en México por su único redactor D. Joaquín Giménez (El Tío Nonilla) 1851". Se señala también que no se publicaron más números que los comprendidos en dicho tomo; éstos son apenas diecisiete. Desafortunadamente, los primeros fueron arrancados.
173. "Anuncios. El Tío Nonilla", en La Prensa, 28 de enero de 1851, t. I, núm. 12. "Al Monitor Republicano", en El Universal, 7 de agosto de 1849, núm. 265, p. 2.
174. "Anuncios", en La Prensa, 8 de febrero de 1851, t. I, núm. 17.
175. El hecho de que tanto el manuscrito "La Habana por dentro" (primera parte de su libro de viajes), como el ejemplar de La Prensa con portada autógrafa se hayan conservado en nuestro país sugieren la posibilidad de una salida precipitada de México en algún momento.
176. El Honor, 6 de agosto de 1850, t. I, núm. 17, p. 4. Curiosamente, se anunció también que en la primera de las caricaturas de Don Juan Tenoriose representaría "al poeta ayudante del Montecristo montado en el tomito de El grito de Dolores á modo de rocin y salmodiando con la lira en la mano una sentida plegaria en los yermos de Yucatán, á fin de obtener una modestisima silla curul en medio de los representantes de la nación". Se referían, según parece, a Juan Miguel de Losada, el poeta cubano que meses después retó a duelo a Giménez. Por otra parte, cabe señalar que Vicente Segura fue su redactor, según se aclara en "Sección asquerosa", en El Tío..., op. cit., suplemento del núm. 2 de El Tío..., op. cit., sin fecha, t. II, p. 7.
177. Al autor anónimo de un artículo que Don Juan Tenorio publicó en su contra, Giménez le espetó que, cuando supiera de quién se trataba, se las vería con él a través de la pluma o de las armas (con pistolas, sables, palos, etcétera, o dándole una lección de esgrima). El Monitor..., op. cit., México, 14 de junio de 1850, año VI, núm. 1858, p. 3.