http://dx.doi.org/10.22201/iie.18703062e.2007.90.2232

Artículos

 

Silvestre Revueltas. Periodo de las cuerdas (1929-1932)

 

Julio Estrada

 

Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

Resumen

Silvestre Revueltas se encierra durante casi tres años —1929 a 1932— para realizar un ensayo importante, vital, fundar su estilo, empresa del asceta que se limita a la herramienta más exigente en música, la escritura para el cuarteto de cuerdas. A lo largo de ese tiempo su obra se mece entre dos polos: va de la abstracción al canto popular. O también, del tono íntimo al social. Este proceso le lleva a estudiarse con paciencia y celo, como si tratase de pintar una serie de autorretratos desde ángulos distintos. Aquí se gesta la semilla de la música revueltiana, el perfil y los rasgos del rostro cuya autenticidad va a escapar a un encierro parco y sin reto, el nacionalismo mexicano.

 

Abstract

Silvestre Revueltas went into seclusion for almost three years (1929 to 1932) in order to devote himself to an important, vital enterprise, that of establishing his own style; this ascetic enterprise revolved around the most demanding task in music, the writing of string quartets. Throughout this period, his work moves between two poles: abstraction and popular song. Or, in other words, between the intimate and the social tonalities. This process led him to a patient and zealous study of himself, as if he were engaged in painting a series of self-portraits from different angles. Here, the seed of Revueltas' music was gestated, the profile and the features of the face whose authenticity lay in its escape from the unchallenging and sterile prison of Mexican nationalism.

 

Este ensayo empezó en una conferencia-concierto, iniciativa del médico y entrañable amigo Roberto Kretschmer, quien se propuso presentar en la Academia Nacional de Medicina los cuartetos de Silvestre Revueltas —además de los Cuatro pequeños trozos para dos violines y violonchelo— con el Cuarteto Latinoamericano e ilustrar con mi breve análisis la búsqueda musical que emprendió el compositor.1

Para ubicar al Revueltas de los cuartetos de cuerdas es obligado referirse a la búsqueda de un nuevo lenguaje en ese terreno, durante el primer tercio del siglo XX, cuando los sistemas nacientes rompieron y renovaron una tradición originada en el clasicismo europeo. Las raíces del cuarteto remiten al modelo vocal polifónico, cuya escritura casi siempre a cuatro voces explora los recursos de una combinatoria cómoda para percibir la densidad sonora. Desde sus inicios en el Renacimiento tardío, el cuarteto de arcos fue un laboratorio para la creación sonora ajena al texto literario al concentrarse en la representación de aspectos tan variados y básicos como la afinación y sus sutiles alternativas de cambio, la amplificación de los registros de las voces o la factura de la articulación instrumental, todo lo cual se traduce en un nuevo modo de pensar e imaginar conducente a la noción de música abstracta. El cuarteto de cuerdas tradicional se instaura desde finales del siglo XVIII, continúa la revolución iniciada por Beethoven e ingresa al siglo XX, cuando las incursiones de Debussy, Ravel, Schönberg, Berg, Webern o Bartók despliegan el más rico abanico de sistemas musicales de que se tenga memoria. El desarrollo moderno del cuarteto le confiere una jerarquía paradigmática similar a la del piano en el romántico, gracias a una exploración armónica y tímbrica que, obligada a una escritura transparente al concentrarse en instrumentos de la misma familia y en pos de una apertura auditiva y estructural, alcanza una sustancia musical inédita: concepciones melódicas y armónicas que desbordan la combinatoria de la escala diatónica —modalidad, cromatismo, polimodalidad, politonalidad, atonalidad, dode-cafonismo—, pérdida de la noción de tema o del esquema melodía-acompañamiento, una rítmica y una métrica que rompen con el orden y la simetría, el hallazgo del color —armónicos, pizzicati, glissandi, ponticello, legno—; todo ello originado por el disloque de formas rígidas que impedían aproximarse a la libertad del imaginario.

 

Compositor-violinista

Justo al principio de su década más productiva y en la que consolida su estilo, en un periodo de tres años, 1929 a 1932, Revueltas intuye y busca concentrado en el cuarteto de cuerdas; incorpora sus aportes de violinista experto y los de Bartók y Schönberg y su escuela; se relacionaba con el cuarteto como el medio natural para explorar su música, una faceta poco conectada con su obra temprana y que puede esbozarse por el recuerdo de colegas como el compositor y violinista ucraniano Jacobo Kostakowsky, hombre de izquierda exilado en México.2 Según Lya Cardoza Kostakowsky, la entrañable amistad de su padre con Revueltas le había permitido tocar en algunas ocasiones en cuartetos de cuerdas en transmisiones en vivo de la estación de radio XEW. Revueltas se reunía con amigos músicos, extraía en plena charla una flamante partitura que les invitaba a estrenar e incluso si la obra estaba en ciernes, les pedía a sus colegas participar en una ejecución donde él improvisaba algunos fragmentos.

El procedimiento citado es la manifestación de un proceso lúdico cuya dinámica estimula la creación de soluciones sobre la marcha, para después precisarlas por escrito. He ahí una simiente del Revueltas compositor e intérprete que forja parcialmente su obra en la práctica, situación que lo coloca como un creador ajeno a la rigidez de los lenguajes musicales. Revueltas debió interesarse en conocer y compartir con otros compositores sus búsquedas, lo que hace suponer que, además de Kostakowsky, su también amigo y camarada de ideología, el compositor y violinista Higinio Ruvalcaba (1905-1976), pudo compartir con él la experiencia de ejecutar en cuarteto.3 El Revueltas violinista en compañía de compositores instrumentistas remite a los orígenes clásicos de esta formación, cuando se reunían a tocar Franz J. Haydn y Karl D. Dittersdorf, primero y segundo violines —eventualmente participaba Leopold Mozart—, Wolfgang A. Mozart en la viola y Jan Vanhal al violonchelo.4

En general, la importancia que cobra la escritura para las cuerdas en Revueltas se observa desde sus primeros pasos:

Andantino, cuarteto de cuerdas (1915)

Andantino, violín y piano (¿1915?)

Primer estudio en sol menor, violín y piano (1915)

Tierrapa'las macetas, violín y piano (¿1920-1924?)

El afilador, violín y piano (1929)

Cuatro pequeños trozos, 2 violines y violonchelo (1929)

Cuarteto de cuerdas núm. 1 (1930)

Madrigal, violín y violonchelo (1931)

Magueyes, Cuarteto de cuerdas núm. 2 (1931)

Cuauhnáhuac, versión para orquesta de cuerdas (1931)

Cuarteto de cuerdas núm. 3 (1931)

Música de feria, Cuarteto de cuerdas núm. 4 (1932)

Tres piezas, violín y piano (1932)

El lenguaje tradicional del Andantino, escrito en plena adolescencia, no aporta mayores datos, pero ya en las obras tempranas se detecta el oído que imita el pregón popular en Tierra pa'las macetas con el violín o con el piano, y la flauta de pan en El afilador. Después de varios años de estudio en Texas y en Chicago, Revueltas escribe los Cuatro pequeños trozos, punto de partida para el Cuarteto núm. i, justo al año de su regreso definitivo a México e inicio de la búsqueda sistemática del estilo con los cuartetos, anuncio del tránsito a un nuevo periodo. Es aquí cuando, al consolidar su conocimiento del género musical abstracto, perfila y logra una escritura como la de Música de feria para, más tarde, abordar la Tocatta, para violín solista y conjunto de cámara (1933). Esta última apoya la idea del Revueltas que surge del periodo de las cuerdas y que, al enfrentar exigencias de la tradición, puede jugar a su manera y colocar al violín en primer plano. La personalidad de Revueltas como violinista y compositor se forja dentro de una música cuyo descoyuntado tono popular salpica con la broma iconoclasta una tocatta que titula "sin fuga". Esta obra reafirma al carismático compositor, violinista y emergente director de orquesta, quizá su faceta más conocida como intérprete, que revela al ser intuitivo, autor de música variopinta, de humor, acción política y mensaje solidario que ofrece tanto en el cine, el ballet o en la manifestación callejera, un nuevo fondo y frente al escenario artístico mexicano.

 

Textura del cuarteto

Revueltas calcula con los cuartetos el método más apropiado para desembocar en la autonomía de su estilo, hace una búsqueda que evita adherirse a cánones inflexibles y se abre a las nuevas alternativas que presenta la escritura musical. A grandes rasgos, ésta tiende a alejarse del antiguo orden temático, armónico o contrapuntístico y a expresarse, en cambio, a través de texturas hechas del contraste entre motivos, microformas, ritmos o sistemas parcialmente expuestos. La idea misma de textura es en aquel momento un artificio para construir el desorden en la forma por medio de una miscelánea de elementos yuxtapuestos o superpuestos. Destacan aquí tres de los principales recursos técnicos que utiliza: Métrica: el contraste que produce la yuxtaposición de elementos motívicos o temáticos, no necesariamente primordiales, enfatiza la discontinuidad discursiva y provoca la percepción de una música hecha de varias tipologías, como ocurre con el recurso del collage común a la época. En este caso Revueltas arma el desorden secuencial a través del cambio sucesivo del compás, un hecho que puede observarse casi al inicio de Magueyes cuando la música transita constantemente entre compases de 2/4, 3/4 y 4/4.

Ritmo: empleo de varias subdivisiones de una misma unidad, como ocurre al dividir una misma duración entre, por ejemplo, cuatro, cinco, seis o más partes superponiéndolas en una textura granulada, un procedimiento que refleja la liberación del ritmo y crea un rompimiento al interior del orden que, no obstante, da el pulso, pero que a su vez dificulta la percepción detallada de cada parte. Un claro ejemplo de este procedimiento se observa en el tercer Allegro del movimiento único de Música de feria, donde aparecen superpuestas tres distintas subdivisiones:6/16, 9/16, 4/8.

Sistema: alternancia entre distintos sistemas musicales por medio de una transición sin fronteras entre eventos, donde pueden encontrarse acordes y melodías tonales, modales, cromáticos o atonales, y que por medio de un disloque en la escritura refuerza el sentido de utilización del material por encima del desarrollo temático o la estructuración armónica o contrapuntística; el asunto remite de nuevo al collage, aquí en cuanto a convivencia entre materiales dispares y, en lo perceptivo, de sorpresa, tolerancia y opción auditivas, tal como lo presenta Música de feria a través de una constante yuxtaposición de sistemas (véase ejemplo 3).

Breve paréntesis: es importante considerar la posibilidad de que la escritura misma presente dicha yuxtaposición de sistemas a través de la ortografía de Revueltas, que frecuentemente recurre a una notación nada ortodoxa y que crea intervalos melódicos y armónicos poco comunes. Véanse, en el caso del ejemplo antes expuesto, varios casos bastante llamativos que permiten ilustrar lo anterior: el último acorde del primer compás presenta una escritura que provoca un par de intervalos extraños: violines I y II, fa#-reb (tercera aumentada), violín II y viola, reb-re# (octava subdisminuida); a su vez, el tercer compás tiene algunos otros intervalos extraños: violín I y viola, sib-la# (enarmonía), fa-la# (tercera aumentada). En algunos momentos la escritura intenta dar curso a la tendencia melódica de cada voz, como ocurre en el primer compás, aun cuando es evidente que el autor no recurre a ese tipo de soluciones en el tercer compás, donde se oponen fa y fa# entre la afinación del violín I y la de la viola y el violonchelo. En esencia, puede observarse la dicotomía del problema cuando sabemos que Revueltas es violinista, al mismo tiempo que dicha ortografía presenta un obstáculo para la correcta afinación de los instrumentos de cuerda. El tema de la ortografía musical de los cuartetos no se aborda aquí y sólo en escasos momentos se señalan las contradicciones de la ortografía, ya que el asunto exige un análisis extenso de los materiales escritos del compositor para permitir establecer un juicio cuidadoso respecto a si se trata de simples errores de ortografía, de una rebeldía del autor respecto a la escritura de la tradición, de un ensayo poco desarrollado de crear una escritura experimental o, incluso, de errores de edición —hipótesis bastante improbable en la mayoría de los casos.

Cada una de las directrices hasta aquí señaladas se suma a la estrategia de base que Revueltas adopta en la escritura para el grupo, parte de una propuesta estética que ensaya armar el engranaje y la articulación que pongan incesantemente en jaque al oído. A pesar de ello, son singulares algunos cambios continuos de velocidad —aceleración y desaceleración— al interior de un mismo movimiento, parte de un procedimiento que compensa la gran discontinuidad métrica, rítmica o sistémica que se propone; al borrar rupturas abruptas o, al menos suavizar hasta cierto punto la relación entre texturas adyacentes, da mayor fluidez a la secuencia temporal, algo que ilustra el vaivén del tempo en Magueyes.

 

Cinco obras para cuerda

Este ensayo aborda cinco de las obras para cuerda de la producción de Revueltas e incluye, además de sus cuatro cuartetos, los Cuatro pequeños trozos para dos violines y violonchelo, el antecedente más claro de este periodo, que dura cerca de tres años.

Cuatro pequeños trozos, para dos violines y violonchelo (1929)

I. Lento

II. Deciso

III. Larghetto

IV. Allegro non troppo

La composición, cercana a los cinco minutos, finaliza con un pasaje que enfatiza el registro agudo del segundo violín y justifica dicha elección por encima de un trío para cuerdas. La forma A-B-A-B evidencia sus vínculos entre los trozos más lentos, el primero y el tercero, que predominan en la obra, de un tono por lo general abstracto. El último trozo es el de mayor contraste; contiene un sorpresivo final que rompe por su estilo y mayor libertad con la estructura de los trozos que le preceden y anuncia ya el característico ostinato revueltiano.

Cuarteto de cuerdas núm. 1 (1930) A Carlos Chávez

I. Introducción: Allegro enérgico-allegro moderato

II. Adagio (attaca)

III. Vivo grotesco

IV. Final: Andante (attaca)

Esta primera incursión del autor en el cuarteto mantiene un perfil abstracto, el cual no permite pensar todavía en la factura característica de su música sino en lo ecléctico de sus influencias, algo que puede detectarse en el siguiente pasaje, el cual transita por una relativa atonalidad (compases primero y segundo) que recupera luego el aire de cromatismo wagneriano (sexto compás) en un juego de ritmos a contratiempo (cuarto y quinto compases), asociados al espectro de las escalas de re mayor5 o de mi menor (quinto compás), de la tonalidad extendida (octavo compás) y de la modalidad (noveno compás).

A pesar de las referencias a sistemas tan diversos, todas ellas tienden a ser ensambladas por un mecanismo propio del autor, que ensaya unificar el todo a través de la microvariación, éste será su método predilecto a la vez que agru-pador de la diversidad de referencias musicales. Obsérvese, entre los elementos del pasaje anterior, el segmento modal del ultimo compás del violín que, después de un bordado cromático, crea un juego descendente con la escala por tonos. Su microvariación a lo largo de distintos momentos de la obra altera partes minusculas de la célula melódica, con lo cual la información permanece bajo apariencias tan distintas como la modal (6a), cromática (6b), atonal (6c) o tonal (6d), lo que aproxima la variación a un proceso evolutivo.6

La variedad del color instrumental se observa, primero, en la combinación entre articulaciones distintas —pizzicato, glissando, arco acentuado, arco ligado— (7a) y, segundo, en una elaborada mixtura de pizzicati, arco ligado, armónicos naturales y sordina (7b);7 en ambos casos, apoyada por el empleo de patrones de repetición que contribuyen a la formación de un ambiente estable (en la viola y el violonchelo del primer caso y en éstos junto con el violín I, en el segundo caso, véase ejemplo 7).

 

Magueyes, Cuarteto de cuerdas num. 2 [1931]

A Isaura Murguía8

I. Allegro giocoso, Lento9

II. Molto vivace, Lento

III. Allegro molto sostenuto

El título Magueyes10 parece referir al canto de los campesinos que extraen el aguamiel, conocidos tradicionalmente como tlachiqueros —náhuatl: tlachiqui, el que raspa; también, tlachique, jugo del maguey.11 Enunciada por el primer violín y acompañada por el violonchelo, cuyos pizzicati fungen como guitarrón, la melodía evoca la entonación popular al remplazar el fa# por un fa natural, lo que la hace sonar como un lamento característico del cantar campesino mexicano (véase ejemplo 8).

La melodía aparece de forma más atrevida al interior del segmento Lento del primer movimiento, en una textura homofónica en la que el violín primero y la viola —a distancia de doble octava— adoptan elementos de la melodía principal; ésta es enunciada por el segundo violín y por el violonchelo, ambos a distancia de doble octava; sin embargo, el violonchelo sólo imita parcialmente y dispersa el interés en el tema, creando en el conjunto un triple relieve melódico hecho de desfases y de equívocos (véase ejemplo 9).

El segundo movimiento explora brevemente una textura nueva, hecha de dos glissandi sincrónicos a distancia de trítono12 que dan un ambiente jocoso a la reaparición del canto tradicional. El glissando refleja el juego que el autor hace desde el inicio de este movimiento con la extensión de la tercera menor a mayor, para hacerla más elástica y de mayor amplitud. El conjunto crea un provocativo juego de sonoridades que remite a la poética estridentista (1922-1926), aquí con el pintoresco tema popular. En el fragmento que se reproduce enseguida, los ultimos dos compases del violonchelo remiten, quizá involuntariamente, al motivo inicial de la Quinta sinfonía de Beethoven, siempre dentro del movimiento continuo del pasaje (véase ejemplo 10).

Revueltas escribió en la partitura un breve texto introductorio que varía un poco del primer al segundo manuscritos conocidos de la obra:

Ms 1: "Pudiera decir, un sketch mexicano. (Puede serlo, si gustan). Pero no tiende a ser folklórico, ni serio, ni trascendental."

Ms 2: "Pudiera decir un sketch mexicano, pero sin trascendencias folklóricas. Más bien una fantasía. Tiene por base el fragmento de un canto popular. No tiene nada de Folklórico, ni serio, ni tracendental [sic]."13

La aseveración de Revueltas refuerza la idea de que cada movimiento sería un apunte distinto de una misma intención, donde el tercero de ellos adquiere mayor distancia respecto a los dos primeros. La melodía popular, al transformarse en un tema contrapuntístico, revela uno de los escasos pasajes de carácter imitativo en la obra de Revueltas. A pesar de retener la referida diferencia entre el fa# y el fa natural del tono de lamento, éste adquiere un aspecto duro hecho de fuertes acentos y de un ritmo simple y sostenido, elementos que acaso sugieren la estructura puntiaguda y espinosa del maguey (véase ejemplo 11).

Sin cambiar de tempo, el tema que antes aparecía en el Lento de ambos movimientos precedentes presenta ahora un ritmo sincopado en los violines que da un tono dionisiaco a la melodía. Ubicado justo antes del final de la obra, el momento es de éxtasis y la inexactitud rítmica de las ondulaciones de la viola y el violonchelo parecen afianzar una gozosa sensación de embriaguez.

Magueyes puede escucharse como un cuarteto dividido en tres apuntes más o menos parecidos sobre la melodía popular que le da nombre y de la cual Revueltas extrae el sentido: dice que éste "no tiende a ser folklórico", negación que ensaya afirmar desde un ángulo distinto al de sus contemporáneos interesados en la creación musical de tono popular. Al responder que puede ser —"si gustan"— un "sketch mexicano", Revueltas se desmarca entre líneas de la corriente folclorista que lleva el arte popular a las salas de concierto; a contracorriente y siempre desde su "fantasía", ensaya un fenómeno propio del canto mexicano: puede cambiar la letra, incluso el idioma, el acompañamiento o el modo de cantar, pero la tonada, más que la melodía, es en el fondo la misma. En ese sentido, Revueltas aplica a la macroforma el mismo método al que recurre su concepción creativa de la microforma. Este ultimo procedimiento se nota aquí a través de cambios mínimos al interior de una misma célula, como sucede en el cuarteto anterior y con lo que devendrá un hábito compositivo: modificar intervalos de altura o de ritmo y procurar con ello una materia musical viva, en continuo estado de cambio.

Cuarteto de cuerdas num. 3 [mayo de 1931, Cuernavaca]

I. Allegro con brio

II. Lento (misterioso y fantástico)

III. Lento-Allegro

Este cuarteto vio la luz por segunda vez cuando la familia del profesor David Saloma —contemporáneo de Revueltas y miembro del Cuarteto Clásico Nacional que había estrenado la mayor parte de sus cuartetos—14 encontró la partitura después de décadas de permanecer aislada. El hallazgo providencial revela la faceta musical más íntima y menos conocida de Revueltas. Tres aspectos principales de esta composición son dignos de mención:

Primero, un intento de conciliar el carácter polisistémico propio de su obra:

• primer movimiento: lo politonal aparece yuxtapuesto a elementos tonales sencillos.

• segundo movimiento: domina una cierta atonalidad asociada a un rico colorido tímbrico.

• tercer movimiento: reintegra y varía el material expuesto en el movimiento inicial.

Segundo, el polimorfismo se presenta en las dimensiones vertical y horizontal de manera más señalada que en los demás cuartetos, lo que da mayor variación y complejidad a la estructura y puede apreciarse en dos momentos:

• La textura inicial propone escuchar simultáneamente dos elementos contrastantes: uno de carácter melódico y de un claro orden rítmico —violines—, y otro —viola y violonchelo— constituido por segmentos vigorosos cuya rítmica rompe constantemente con el pulso del primer elemento (véase ejemplo 12).

• El contraste entre elementos opuestos se reafirma en lo secuencial: al principio una monodia —casi un canto llano— seguida de la estridencia de melodías de ritmo colectivo.

Tercero, el segundo movimiento de la obra da un poderoso énfasis a la forma a través de un cantar interior que revela al Revueltas privado, expresionista, un asunto sobre el que he insistido a lo largo de años y que este cuarteto contribuye a entender mejor: el tono dostoyevskiano que en ocasiones envuelve trágicamente la musica de Revueltas.15 Ese mismo tono doloroso predomina en el segundo movimiento:

• La indicación Lento, que complementa la sugerencia "misterioso y fantástico", remite al tono íntimo de la busqueda, algo propio de una época en la que surge de manera notable la exploración de sonoridades expresivas en los instrumentos de cuerda.16 Lejos del desarrollo temático o armónico, Revueltas crea una atmósfera de la que surgen, fragmentaria e imperceptiblemente, discretos elementos melódicos.

• Los elementos melódicos se funden en un ambiente onírico logrado con imaginación en la escritura: sordina, ataques en sforzando seguidos de una caída subita de la intensidad, articulación trémula asociada a melodías en pizzicato y el color ríspido del arco al borde del puente —sul ponticello (véase ejemplo 14).

Revueltas elude los ritmos obstinados y frenéticos, el humor y la ironía que le sabemos característicos —casi siempre vinculados al del creador musical de raíz sólo popular—, para crear aquí, con una carga emotiva excepcional, un momento cumbre donde su producción alcanza la mayor aventura y desvela un territorio íntimo similar al del modo menor en Mozart —escaso y apreciado en obras tempranas, como la Sonata en la menor, o el Requiem. Revueltas se anticipa por momentos a Ventanas (1931), aquí abierto a un imaginario novedoso que no encubre la desnudez de su profundo duelo.

Fiel a la estructura clásica A-A'-B-A-A" de la forma sonata, el ultimo movimiento sostiene el ambiente del primero y, de manera curiosa, recuerda el carácter prudente del Cuarteto num. 1. Por momentos, ambos dan la impresión de repetir la experiencia de imaginar una misma musica, aun cuando con distintos recursos, como se ha visto en los distintos apuntes de Magueyes. Incluso el breve Andante —dentro del segundo movimiento del primer cuarteto—, hecho de armónicos y de pizzicati, guarda cierto parentesco con el segundo movimiento del tercer cuarteto.

Música de feria, Cuarteto de cuerdas num. 4 [1932]

Al Dr. Manuel Guevara Oropeza17

Allegro-vivo-lento-allegro-presto

El cuarteto se compone de un solo movimiento hecho de varios tempi cuyo orden produce la secuencia A-A'-B-A-A", unificación que remite en cierto modo a la forma singular de Magueyes, como se ha visto más arriba. El autor consolida su busqueda de una estructura resistente a cambios abruptos, una continuación de la noción de collage observada ya en los rompimientos del compás o del sistema, ahora aplicada a la macroforma musical. Esta observación refuerza la idea de que el autor mantiene una busqueda afín en varios de los cuartetos —o una intención creativa similar— si además se consideran las similitudes que mantienen, como la cercanía en el diseño melódico, que puede variar del tono abstracto al inicio del periodo para desembocar en un estilo más próximo al canto local, o los rasgos de identidad en cuanto a acentuación rítmica. Compárense, por ejemplo, el tranquilo tema interpolado en el Andante del ultimo movimiento del tercer cuarteto con otro tema bastante cercano, aun cuando ya de tono popular, que surge del ambiente excitado de Música de feria (véase ejemplo 15).

Algo bastante similar a lo anterior ocurre al escuchar el ritmo acentuado del segundo movimiento de Magueyes confrontado con otro ritmo de carácter parecido que acompaña la sonoridad algo inmaterial de los armónicos del primer violín en Música de feria. En el primer caso, el ritmo es continuado por un motivo melodico cuyo perfil, aún acentuado, es compartido, en el segundo caso, por el dibujo melódico del violín (véase ejemplo 16).

Música de feria refleja un intento de síntesis y una definición estética primordial que ha surgido en este periodo dedicado a los cuartetos y que va a adoptar hasta el final de sus días una tentativa de integrar los tonos íntimo y popular. La obra lo expresa cuando se escucha, en tempo lento, un antiguo son de la tradición del mariachi —en particular el coculense—, que evoca al guitarrón, instrumento nacido en esa localidad jalisciense: justo antes de iniciarse el Allegro al centro de Música de feria, los violines tocan la melodía en armónicos y con sordina —ambos en terceras o sextas que hacen las veces de primera y segunda del canto popular— mientras que los pizzicati de la viola y el violonchelo aluden a la guitarra y al guitarrón en un ambiente sencillo y tierno, cuyo color onírico es nos talgia difusa, melancólica, intenso momento íntimo (véase ejemplo 17).

Contenido en una forma compacta, el Cuarteto núm. 4 ofrece una síntesis de la tendencia propia del periodo de las cuerdas: ir de lo abstracto —cuartetos primero y tercero— a lo concreto —Magueyes y Música de feria. Sobriedad y euforia en la temática son la dialéctica que marca la personalidad del compositor y que muestra, en Música de feria, el primer retrato de su estilo.

La retrospectiva que ofrece en su conjunto la obra para cuarteto de cuerdas de Revueltas es muestra de una búsqueda ascética y persistente, a lo largo de tres años, hasta consolidar una escritura ecléctica y libre, sustento de una apertura estilística que devendrá en la señal de una nueva voz. En la superficie, una música de aspecto espontáneo y ocurrente; en el fondo, exploración de texturas que resistan el polisistema que le deje seguir los rumbos que emprenda su imaginario. El todavía joven creador adquiere destreza constructiva y su mano responde mejor que antes a la emancipación de su fantasía, que no es por cierto el producto de algo sólo espontáneo sino el resultado de un largo proceso llevado a cabo con esmero. En apoyo a dicha idea puede observarse cómo Revueltas no vuelve a escribir música para cuarteto de cuerdas una vez que ha pasado el túnel de esta fase solitaria de su formación; sin embargo, este proceso creativo le conduce, al cabo, a la consecución de su singular identidad creativa. Amplifica una base hecha con paciencia para incorporar sabiamente otros atributos que le dejarán volar lejos: una nueva trama del ritmo que le es propio —el ostinato, que abarca desde el nebuloso ambiente dostoyevskiano hasta un tono pintoresco inconfundible— y un color que perfila lo osado de su instrumentación —esa dualidad que después va a crear colisiones entre flautín y tuba—, donde las cuerdas darán una nueva fuerza a su mundo musical genuinamente mexicano: telúrico y estridente; doloroso y humorístico.

Revueltas alcanza a partir de su obra para cuarteto de cuerdas un punto de escisión con toda su obra anterior y crea una señal nueva que, por vez primera, afirma plenamente su originalidad. Aquí habita el Revueltas íntimo, no desvelado antes sino por sueños, aquel que al mismo tiempo rebasa la visión popular del arte mexicano posrevolucionario. El autor forja con estas obras la voz que apenas anunciaban breves escritos y que nace como nebulosa rebelde, aliada por momentos al habla de su lejana provincia humilde. Articula su rúbrica interior y la inserta de forma generosa en una corriente social a partir de su individualismo arcano. Entraña hecha de una intimidad densa que muestra el carácter que se emancipa para, a partir de entonces, sólo obedecer a sí mismo.

 

Ediciones de música

Cuarteto de cuerdas núm. 1, Nueva York, Southern Music Publishing Co. Inc.

Cuarteto de cuerdas núm. 2, Nueva York, Southern Music Publishing Co. Inc.

Cuarteto de cuerdas núm. 3, México, Ediciones Mexicanas de Música.

Cuarteto de cuerdas núm. 4, Nueva York, Southern Music Publishing Co. Inc.

 

Notas

1. La citada sesión puso en evidencia los resultados de la labor tesonera del violinista fundador y director musical del Cuarteto Latinoamericano, el uruguayo Jorge Risi, quien contribuyó al rescate y difusión de los cuartetos de Revueltas en conciertos y en grabaciones, 1984 y 1986, de inimitable calidad.

2. Julio Estrada, "Jacobo Kostakowsky, 1938-1953", Unomásuno, sábado 11 de marzo, 1981, p. 3. Texto también publicado en Julio Estrada (ed.), La música de México, Periodo nacionalista, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Estéticas, 1988, vol. IV, pp. 77-79. Véase también Jacobo Kostakowsky, ficha de Olga Picún, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Estéticas-Biblioteca Justino Fernández-Archivo de Músicos Disidentes Mexicanos.

3. Julio Estrada, "Higinio Ruvalcaba (1905-1976)", Humanidades, núm. 218, 3 de octubre de 2001, pp. 1 y 18. Originario de Jalisco, Ruvalcaba es el gran violinista del país; fue concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional y primer violín del prestigiado Cuarteto Lehner.

4. Dictionnaire Mozart, H. C. Robbins Landon y J. Dennis Collins (trad. del inglés al francés), París, Clattés, 1990, pp. 58 y 76.

5. A pesar de la enarmonía injustificada entre fa# y solb en el acorde, éste abarca seis de los siete sonidos de dicha escala.

6. Este recurso es igualmente utilizado en el Cuarteto num. 2 y se consolida en Sensemayd, donde he observado en otro escrito la existencia de "personajes melódicos y rítmicos". Julio Estrada, "Técnicas composicionales en la musica mexicana de 1910 a 1940", en La música de México. Periodo nacionalista, op. cit., vol. V, p. 135.

7. El uso de la sordina es confuso en la partitura, pedida sólo al violín I pero más tarde indicando retirarla al violín II y a la viola.

8. Eduardo Contreras Soto menciona a Aurora, viuda de Murguía, segunda compañera de Revueltas, con la que vivió en San Antonio desde 1926 y con quien llegó a México en 1929. Véase: Contreras Soto, Silvestre Revueltas. Baile, duelo y son, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2000, pp. 27 y 33. Al parecer, Revueltas mantuvo esa relación con la viuda de Murguía hasta 1930 y Magueyes, de 1931, le estaría dedicado, si bien un año antes el compositor se casó con Ángela Acevedo. El nombre de Isaura Murguía que aparece en el citado Catálogo podría provenir de un error de lectura a nivel gráfico debido a la relativa semejanza entre ambos nombres.

9. La edición en que se basa este texto, Southern Music, está plagada de errores, aun cuando debe corresponder a la versión final de la obra, dado que se publica en 1953: contiene tres movimientos y no indica el título Magueyes, declarado en uno de los manuscritos de la composición. En Silvestre Revueltas. Catálogo de sus obras, Roberto Kolb (comp.), México, Universidad Nacional Autónoma de México-Escuela Nacional de Música, 1998, aparece dicho título pero se incrementa la forma de tres a cuatro movimientos. El Lento ubicado en el primer movimiento de la edición estadounidense es considerado en el Catálogo como un segundo movimiento; no obstante, el material temático de dicho Lento pertenece al primer movimiento, Allegro giocoso. Al mismo tiempo, en el segundo movimiento de la edición Southern reaparecen, de manera clara y no por ello inusitada, los materiales temáticos del allegro y del lento del primer movimiento. Al no aclarar esta situación confusa, el Catálogo aumenta el enredo sobre la estructura de la obra. El parecido entre el primero y segundo de los tres movimientos de la edición crea un extraño paralelo en la forma, donde el segundo movimiento parece un ensayo de la misma idea, lo que puede resumirse como A-B-A-B-C, caso que podría en ultimo término interpretarse no como tres o cuatro movimientos, segun Southern o el Catálogo, sino como los cinco arriba señalados.

10. El nombre de la planta proviene de Las Antillas y fue implantado en México durante la Colonia.

11. Diccionario de la Lengua Española, Madrid, Real Academia Española, Espasa Calpe, XXII edición, 2001, p. 2185.

12. El segundo de los glissandi en el segundo violín parece un error de edición, donde el re debería ser re bemol.

13. Roberto Kolb (comp.), Silvestre Revueltas. Catálogo op. cit., p. 39.

14. Está documentado el estreno de la mayoría de sus cuartetos con el Cuarteto Clásico Nacional, integrado por Ezequiel Sierra y David Saloma, violines I y II; David Elizarrarás, viola y Teófilo Ariza, violonchelo.

15. Eugenia Revueltas confirmó mi planteamiento sobre la influencia espiritual de Dostoyevsky en Revueltas, cuya psique obsesionada luchó fatalmente por defender, con autenticidad, ideales inalcanzables.

16. Recuérdense, por ejemplo, los títulos Meditación y En secreto dos movimientos para cuarteto de cuerdas en cuartos de tono, de Julián Carrillo, compuesto en Nueva York en 1926. Obra de busqueda cuyo contenido emotivo es inusual en el repertorio del de Ahualulco. Véase Omar Hernández-Hidalgo, Catálogo integral del archivo Julián Carrillo, México, Gobierno del Estado de San Luis Potosí/Editorial Ponciano Arriaga, 2000.

17. El doctor Manuel Guevara Oropeza fue un distinguido psiquiatra mexicano que se cuenta entre los que primero practicaron el psicoanálisis en México. Fue docente de la Universidad de México en 1926; en 1937 fundó la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría, y fue miembro de la Academia Mexicana de Medicina, cuya presidencia ocupó en 1950.

N.B. Este mismo texto forma parte de un conjunto de cinco ensayos que aparecerá publicado próximamente en Julio Estrada, Canto roto. Silvestre Revueltas, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Estéticas (en proceso).

Agradezco a Turcios Ruiz el haber coordinado las ilustraciones y a Patricio Calatayud, la copia de los ejemplos musicales.