http://dx.doi.org/10.22201/iie.18703062e.2005.86.2408

Semblanza

 

In memoriam Mariana Frenk-Westheim (1898-2004)

 

Peter Krieguer

 

Ein Bleistift schreibt seine Lebensgeschichte,
sie ist nicht sehr interessant.
Wenn später sie niemand lesen will,
wird er sagen: "Ich bin verkannt."1

 

La autoironía es una contradicción productiva que mantuvo viva la mente de Mariana Frenk-Westheim. Ella se burló de todos aquellos que quieren ser famosos y conmemorados para la eternidad en el panteón de las biografías ilustres. Por eso, su testamento intelectual no es una magna obra autobiográfica, sino un libro delgado, escrito en alemán, su idioma materno, que contiene rimas para los "pequeños y los grandes", y entre ellos la sentencia arriba citada. La risa que el lector de ese libro puede compartir con Mariana —aun después de su muerte— sirve como medicina en contra de la soberbia, enfermedad colectiva de casi todos los tiempos y culturas del mundo.

No obstante, durante su última década de vida, Mariana también disfrutó los innumerables homenajes que le organizaron varios institutos culturales, editoriales y universidades. De hecho, la presencia pública de su vida polifacética en periódicos y programas televisivos, nacionales e internacionales, retroalimentó su lucha contra la decadencia incontenible del cuerpo. Afortunadamente, aquellos homenajes no fueron obituarios anticipados, sino eventos vivos, donde los amigos y colegas celebraron a una mujer lúcida y excepcional, testigo del siglo XX en todas sus contradicciones, con fases alegres y también muy tristes.

Cada homenaje y entrevista nutrió la vitalidad mental de Mariana, su afán de contar las historias de su larga vida de 106 años como un retrato de épocas y culturas, europeas y americanas. Nació con el nombre Marianne Freund en la Ciudad Libre y Hanseática de Hamburgo (en el norte de Alemania) en el penúltimo año del siglo XIX. Creció en las condiciones políticas de la última monarquía de Alemania, determinadas por el emperador inmaduro e inestable Guillermo II, quien guió a su país a la catástrofe de la Primera Guerra Mundial. Mariana tenía i6 años cuando en 1914 estalló esa guerra, como consecuencia de una irracionalidad destructiva. Cinco años después, con la instauración de la República de Weimar, Mariana, en los veintes de su vida, presenció la cultura efervescente de los presuntos dorados años veinte —golden twenties— en los grandes centros urbanos de Alemania.

Sin embargo, en medio de innovaciones trascendentales como el expresionismo y las enseñanzas revolucionarias de la Bauhaus, surgió también el germen del fascismo alemán que en las siguientes décadas condujo al holocausto y a la Segunda Guerra Mundial. Con mucha sabiduría, ya en 1930, es decir, tres años antes del inicio de la dictadura de Hitler, Mariana, su esposo Ernst Frenk y sus dos hijos, Margit y Sylvester, dejaron atrás su país y ciudad de origen para empezar una nueva etapa de su vida en México. Escaparon de un antisemitismo creciente en Alemania con el auge del partido nazi, cuya ideología brutal preparó la base para la muerte industrializada de millones de judíos, gitanos, homosexuales y adversarios políticos en los campos de concentración.

De hecho, como lo explicó en una ocasión Ernst Gombrich, también refugiado del terror nazi, la ideología de Hitler hizo que muchos judíos asimilados, ciudadanos alemanes o austriacos, que crecieron con la literatura de Goethe y la música de Beethoven, pero que nunca en la vida, como Mariana misma, entraron a una sinagoga ni leyeron hebreo, adquirieron conciencia de que eran judíos. Sin embargo, debajo de esta posición distante frente a cualquier creencia religiosa, se encontró un estrato doloroso de la cultura judía a la cual perteneció la familia de Mariana: el de la expulsión. Según sus indagaciones genealógicas, los antepasados de la familia Freund fueron sefardíes expulsados en 1492 de una España "recatolizada"; es decir, la experiencia de la represión por un sistema totalitario y racista en el siglo XX reactivó la memoria sedimentada de un exilio forzado de sus antepasados.

México generosamente ofreció un exilio2 seguro a Mariana y ella trajo en su bagaje mental una formación cultural apta para integrarse a los círculos intelectuales de su nuevo hogar. Una buena base, sin duda, fueron sus estudio de lenguas romances, lo que permitió una rápida integración a este país. Pero también trajo consigo profundos conocimientos de literatura, [de] música, artes plásticas e incluso arquitectura.3 Su interés estético se perfiló con nombres ilustres como Thomas Mann, Franz Kafka o Franz Schubert —creadores arraigados en la cultura alemana, bohemia y austriaca, pero con una proyección hacia la comunidad internacional de intelectuales; es decir, una cultura que no niega su origen, pero no cae en la trampa de un nacionalismo unidimensional.

Es un fondo humanístico que también incluye el interés en las contradicciones humanas y su análisis irónico. Mariana admiró a Heinrich Heine, quien vivió parte de su vida en Hamburgo, ciudad cuyo espíritu mercantil él ridiculizó con gran elegancia poética. O Christian Morgenstern, cuya poesía vanguardista inspiró la última obra de Mariana, las rimas para los "pequeños y los grandes". Ese libro, producto de innumerables reflexiones nocturnas y dictados diurnos —cuando Mariana ya no pudo leer ni escribir por una enfermedad de los ojos—, salió a la luz después de largas negociaciones con editoriales alemanas. Desafortunadamente, no se editó en su patria, Hamburgo,4 sino en la ciudad renana de Düsseldorf; pero, de cualquier modo, es un libro cuyos versos indican que Mariana, aun en su exilio, nunca perdió la conexión sensible con su idioma materno.

Junto con su libro ... Y mil aventuras, los versos para "los pequeños y los grandes" revelan su gran capacidad de manejar aun los acontecimientos más dolorosos con una buena dosis de ironía y otra de esperanza, para no permanecer en el nudo infinito del trauma que mata la fantasía productiva. Surge el "principio esperanza" en muchos de sus textos: "Cuando la vida te trata con crueldad, acuérdate de que no es eterna. Olvídalo cuando te invaden sus dulzuras."5

Una de estas dulzuras de la vida cotidiana llegó el 4 de junio de 1997, cuando el jefe del Gobierno de la Ciudad Libre y Hanseática de Hamburgo (Erster Bürgermeister der Freien und Hansestadt Hamburg) le envió una carta de felicitación por su 99 aniversario, constatando que "sólo existen pocas personas que pueden mirar atrás tantos años de vida. Su largo, a veces fatigoso camino merece mi reconocimiento y respeto".6 Mariana, emocionada por haber recibido una señal de su ciudad natal después de tantos años de exilio, respondió: "Su carta fue —y es— para mí un honor y una gran alegría, y le doy profundamente las gracias a usted y a los miembros del Senado de la Ciudad Libre y Hanseática de Hamburgo, mi querida ciudad natal. Es casi como si se hubiera recompuesto algo roto.7

Mariana nunca olvidó la bella ciudad portuaria de Hamburgo, pero tampoco quería regresar a Alemania cuando terminaron la Segunda Guerra Mundial y la dictadura nazi. Su emigración a México fue definitiva, se naturalizó y se instaló en este país como traductora —en el sentido original del latín (recuperado por Ortega y Gasset): traducere navem, pasar (con el barco) a la otra orilla (del océano Atlántico). Traducir, en la vida de Mariana, fue metáfora y realidad profesional al mismo tiempo. Transbordó el mar desde el puerto de Hamburgo rumbo a México. En este viaje cruzó culturas, lenguas e identidades diferentes.

Para ganarse la vida, tradujo, durante su primera fase en México, libros de ciencia en el Instituto Politécnico Nacional; también como profesora en la Preparatoria 1 (San Ildefonso), la Universidad Iberoamericana y la Facultad de Filosofía y Letras de la máxima casa de estudios, tradujo sus conocimientos de la literatura alemana a los alumnos interesados. Paso por paso convirtió sus pasiones intelectuales en trabajos profesionales. Tradujo los textos de Eduard Seler sobre el Códice Borgia; dio a conocer en español el texto clásico del arte expresionista Abstraktion und Einfühlung, escrito en alemán por Wilhelm Worringer, y se dedicó con devoción y precisión filológica a la traducción de los libros, artículos y ponencias de su segundo esposo, el famoso crítico de arte, también emigrado desde Alemania a México, Paul Westheim.8 Cabe mencionar que Mariana incluso realizó la notable tarea de traducir obras literarias —gracias a ella, Juan Rulfo atrajo también a un círculo considerable de lectores en Alemania.

Conociendo esta trayectoria, no sorprende que Mariana misma también escribiera textos literarios y crítica de arte.9 De manera creativa y comprometida, retomó la herencia intelectual de Paul Westheim, cuando, a la avanzada edad de 76 años, aceptó una invitación de Fernando Gamboa para colaborar con él en el Museo de Arte Moderno. Sin estudios universitarios de la historia del arte, pero con sabiduría y sensibilidad para detectar calidad artística, Mariana redactó docenas de textos sobre artistas y exposiciones, los cuales, según la evaluación de Jorge Alberto Manrique, son contribuciones valiosas a los discursos del arte: "en su obra escrita están sus virtudes: su conocimiento del arte, su amor a éste está por todas partes y más todavía el amor a la vida".10

Aquel amor a la vida duró i06 años, de los cuales los últimos fueron una lucha persistente en contra de la triste pero inevitable caducidad del cuerpo humano. La fuerza mental de Mariana —y por supuesto un buen tratamiento médico, incluido el arte oriental de la acupuntura del doctor Kadowaki— le permitió vivir más tiempo que la mayoría de sus contemporáneos. Y esta lucha, en cierta manera, según una reciente interpretación del filósofo Rüdiger Safranski, reanima una tradición viva del idealismo alemán, encarnado en la figura del poeta Friedrich Schiller, cuya vitalidad mental por muchos años superó las enfermedades graves de su cuerpo. "Al final", constata Safranski, "uno pierde de cualquier modo —sin embargo, cuanto uno aprovecha es cuestión de los márgenes, y Schiller fue un virtuoso en la expansión de esos márgenes".11

No sólo la lucha entre el poder de la mente y las restricciones corporales permite esbozar paralelos entre el idealismo alemán y la biografía particular de Mariana, sino también la lucha por la libertad del pensamiento que rebasa cualquier limitación política o religiosa. Si existe una lectura central de la vida y obra de Schiller —cuya muerte hace 200 años se conmemora en 2005—, es la autonomización del ser humano frente al Estado y a la religión por medio de la educación. Bildung, la cultura intelectual, es la clave del ser humano ilustrado para crear el sentido de su propio mundo y vida. La educación "crea", para citar otra vez a Rüdiger Safranski, "sentido en un mundo en que la religión se agotó considerablemente como recurso espiritual",12 y esto precisamente perfila la mente lúcida de Mariana: Bildung no como represión educativa, sino formación de un potencial para constituir una personalidad completa y autónoma en un mundo controvertido. O, dicho en las palabras propias de Mariana: "Entre tantas verdades que hay, debes encontrar la única tuya."13

Fue una verdadera maravilla percibir cómo Mariana, todavía en sus últimos años, mantuvo hiperactivo su cerebro. Aunque discapacitada por ceguera e inmovilidad, ella disfrutó las artes en su memoria, describía cuadros, recitaba poemas y escuchaba con mucha atención la música clásica. Sus invitados —para tomar el té inglés en la tarde— no sólo le proveyeron de cariño y distracción, pues también fueron fuente de información sobre las nuevas tendencias culturales, sociales y políticas. En sus horas solitarias, exploró los espacios de la fantasía, esta enorme capacidad humana de construir mundos ingeniosos, más allá de los datos sensoriales: "¡Ay de los imaginativos! Ninguna realidad, por muy bella que sea, puede competir con la felicidad que vive en tu fantasía."14

Poco antes de su muerte, la editorial Porrúa reeditó un pequeño poemario que Mariana escribió en 1982 titulado Mariposa. Eternidad de lo efímero. Su presentación en el Palacio de Bellas Artes, junto con la ilustradora Carmen Parra y los comentaristas Vicente Quirarte y su hija Margit Frenk, entre otros, fue la celebración de una despedida, triste para todo el público, pero leve a la vez, por las palabras mismas de Mariana:

Amigo, si a veces,
en horas negras,
te sientes gusano,
piensa que a lo mejor
eres oruga
y algún día
vas a volverte mariposa
y gozar,
feliz,
la hermosa fiesta
de tu breve vida.15

 

Notas

1. Mariana Frenk-Westheim, Tausend Reime für Grosse und Kleine. Die Tier-und Dingwelt alphabetisch vorgestellt, edición a cargo de Michael Serrer, con un epílogo de Werner Schmalenbach, Düsseldorf, XIM Virgenes, 2002, p. 22; traducción literal del autor al español: "Un lápiz escribe su historia de la vida, / ella no es muy interesante. / Cuando posteriormente nadie quiera leerla, / dirá: 'No soy apreciado en mi justo valor'." También véase el aforismo en su libro ...Y mil aventuras (1ª ed., México, Joaquín Mortiz, 1992), México, Siglo XXI, 2003, p. 103: "Medida de higiene mental: siempre atribuye la falta de éxito de tu obra a la incomprensión de los lectores."

2. Fritz Pohle, Das mexikanische Exil. Ein Beitrag zur Geschichte derpolitisch-kulturellen Emigration aus Deutschland (1937-1946), Stuttgart, Metzler, 1986.

3. Como adolescente trabajó como dibujante en el despacho de los famosos arquitectos de Hamburgo Hans y Oskar Gerson, que posteriormente emigraron, por su origen judío, a Estados Unidos.

4. El entonces subsecretario de Cultura del Gobierno de Hamburgo, doctor Volker Plagemann, se mostró emocionado por la biografía de Mariana, pero no liberó un presupuesto para imprimir el libro. Y Peter Dölling, codirector de la editorial de Hamburgo Dölling und Galitz, mostró interés en la producción del libro pero no cumplió su palabra. No fue hasta que el editor Michael Serrer se enteró del manuscrito, por medio de un artículo sobre Mariana en la Frankfurter Allgemeine Zeitung, cuando se realizó la edición en 2002, en Düsseldorf.

5. Frenk-Westheim, ...Y mil aventuras, op. cit., p. 81.

6. Carta del doctor Henning Voscherau, del 4 de junio de 1999, citada en alemán (traducida al español por Peter Krieger): "Es gibt nur wenige Menschen, die auf entsprechend viele Lebensjahre zurückblicken können. Ihrem langen, oft auch beschwerlichen Lebensweg gilt meine Anerkennung und Achtung."

7. Carta de Mariana Frenk-Westheim, 6 de junio de 1997, citada en alemán (traducción del autor): "Ihr Brief war —und ist— für mich eine Ehre und eine ganz grosse Freude, und ich spreche Ihnen und den Herren des Senats der Freien und Hansestadt Hamburg, meiner geliebten Heimatstadt, meinen tiefgefühlten Dank aus. Es ist fast, als ware Zerbrochenes wie-der heil geworden."

8. Sobre su importancia para la historiografía del arte en México, véase Dúrdica Ségota, "Paul Westheim (1866-1963). Expresionismo, un potencial universal", en Rita Eder, coord., El arte en México: autores, temas, problemas, México, Fondo de Cultura Económica, 2002 (Biblioteca Mexicana), pp. 321-340.

9. Mariana Frenk-Westheim, Arte entre dos continentes. Artículos y ensayos, compilación, edición, presentación y notas de Roberto García Bonilla, México, Siglo XXI/Conaculta, 2005.

10. Ibidem, "Presentación", de Jorge Alberto Manrique.

11. "'Ein Genie der Klarheit'. Schiller-Biograf Rüdiger Safranski, 59, über die unterschatzte Bedeutung des Dichters als Philosoph", Der Spiegel 41/2004, p. 178; cita en alemán (traducida al español por Peter Krieger): "Am Ende unterliegt man auf jeden Fall —aber wie viel man noch rausholt, da gibt es Spielraume, und Schiller war ein Virtuose in der Nutzung dieser Spielraume."

12. Idem, cita en alemán (traducida al español por Peter Krieger): "Das schafft Sinn in einer Welt, in der die Religion als Sinnressource sich weitgehend erledigt hat."

13. Frenk-Westheim, ...Y mil aventuras, op. cit., p. 98.

14. Ibidem, p. 103.

15. Frenk-Westheim, Mariposa. Eternidad de lo efímero, con dibujos de Carmen Parra (1ª ed., 1982), México, Miguel Ángel Porrúa, 2004 p. 44.