Resumen
El debate del origen de los indígenas del continente americano llegó a convertirse en un tópico prácticamente desde la colonización hasta bien entrado el siglo XVIII. La existencia de un cuarto continente en los confines del planeta, una tierra que los antiguos creían inhóspita e inhabitable por estar situada en la famosa “zona tórrida”, produjo un revuelo no solo respecto a las creencias antiguas sino a la Escritura Sagrada. En este trabajo se plantea el auge de este debate en los siglos XVII y XVIII y su repercusión en el continente americano, sobre todo entre la intelectualidad americana que no solo iba armada de la la pluma sino también del pincel. Se ofrece una lectura de un grupo de obras de la expulsión de Adán y Eva del paraíso y el episodio del arca de Noé, entre ellas dos del afamado pintor novohispano Cristóbal de Villalpando. La interpretación de estas obras difiere de lecturas previas que han querido ver en éstas una elaboración canónica occidental de temas bíblicos, en tanto que vinculan su iconografía con una tendencia historicista más amplia que intentaba dirimir el origen de los indígenas y lo que ello significaba desde un punto de vista ontológico con respecto al locus del continente americano.