Resumen
En años recientes tanto los archivos fílmicos como los realizadores del cine documental y experimental han mostrado un creciente interés en preservar, coleccionar y reemplear el cine casero y amateur analógico para dar pie a nuevas maneras de narrar y de pensar el pasado: parte de una tendencia más amplia de interrogar la historia desde lo subjetivo y lo corpóreo. En México, realizadores como Natalia Almada, Gregorio Rocha y Bruno Varela, así como el proyecto Archivo Memoria de la Cineteca Nacional, articulan diversas propuestas en torno a este tipo de producción fílmica, y debaten su estatuto como registro histórico de un pasado tangible, como objeto de seducción, como memoria fragmentada, prostética o mecánica, y como artefacto ritual. Estos distintos usos del metraje no profesional proponen diversas maneras de intervenir en la esfera pública contemporánea.Descargas
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