Resumen
En 1694 el virrey Galve se enfrenta a una situación compleja por la falta de apoyo y el desprestigio, producto de su mal gobierno. Al ofrecer unas honras fúnebres a los soldados fallecidos en las contiendas anteriores, le brinda la oportunidad de afianzarse entre los soldados, el pueblo y la oligarquía virreinal, e incluso reconciliarse con el propio rey en la metrópoli. Ello se logra por medio de una iconografía muy estudiada, desplegada en los jeroglíficos que ilustran el túmulo —levantado para dichos soldados—, inventada y descrita —en el folleto que llegará a la corte— por el jesuita Francisco Méndez. Un túmulo tan decorado será una excepción en este tipo de honras para soldados, en el siglo XVII, y las razones resultan meramente áulicas hacia el poder virreinal.