


















Este artículo se centra en la Exposición Internacional de Carteles de 1934, presentada en la Ciudad de México y en otras urbes del país. Desde la perspectiva de la historia conectada, se argumenta que dicha exposición dio cuenta de la inserción de México en el campo de las artes gráficas con fines didácticos y de propaganda, al tiempo que desembocó en la incorporación de nuevos estilos, técnicas y contenidos en la cartelería mexicana que eventualmente tendrían repercusión en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios y luego en el Taller de Gráfica Popular. Al prestar atención a las transmisiones iconográficas, estilísticas y de contenido de los carteles soviéticos e italianos a la iconografía mexicana, se muestra cómo se incorporaron las vanguardias extranjeras en el proceso de definición de un estilo “nacional”.