


















Un imaginario peculiar del patriotismo criollo y el papel del mito y la profecía en la configuración de ese discurso se confronta con el papel que desempeñaron las imágenes como agentes de memoria y legitimación, desde el mundo colonial hasta el presente. En este recorrido por los tópicos fundacionales de la nación, se despliegan nuevas reflexiones según las mudanzas del régimen y las correspondientes sustituciones o reemplazos, “políticamente correctos”, de los mismos. Desde la transformación de Huitzilopochtli a Quetzalcóatl en Cortés como nuevo guía de un pueblo escogido, esta noción se posibilita con las apariciones marianas, especialmente patentes en la Virgen de Guadalupe, como “una presencia” que señala un destino. La reformulación de estos mitos durante el México independiente representa, en efecto, un cambio de contendidos pero no de continentes. En esto, la restitución de indigenismo y la idea del Anáhuac como antiguo y nuevo centro —o estado restaurado—, o “un pasado clásico” como lo imaginó Clavijero, representará una suerte de discurso oficial y centralista del cual no podrán prescindir ni la visión evolucionista del mismo Justo Sierra, ni las reivindicaciones de la agenda revolucionaria.