Resumen
						Durante muchas décadas las diversas culturas mesoamericanas han sido      estudiadas en su especificidad, dentro de límites geográficos y temporales      precisos. La comunicación que existió entre ellas es de hecho un tema      bastante nuevo y este artículo aborda justamente la relación entre dos de      ellas: la cultura teotihuacana y la maya —esta última es estudiada aquí a      partir de la ciudad de Bonampak. La hipótesis que se plantea gira en torno      a ciertas prácticas rituales y en especial al juego de pelota y a los      diversos elementos iconográficos asociados con sus representaciones: el      mundo acuático simbolizado por la flor de nenúfar, en Bonampak, y el rostro      de Tláloc, en Teotihuacán, aunque también aparece en numerosas imágenes      provenientes de la zona central maya como símbolo de nobleza y prestigio.      Por otra parte, asociados con los mismos rituales, la autora detecta la      presencia del signo maya llamado puh en Teotihuacán, así como las      representaciones del signo teotihuacano de año (el rayo y el trapecio) en      Bonampak. A través de un estudio de su difusión, María Teresa Uriarte      aborda también el tema del significado temporal y calendárico de las      prácticas rituales del juego de pelota.
					
				
																																			
									
													
				
								
																								
				
				
	
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