Resumen
En este artículo, Luis Javier Cuesta Hernández propone que Claudio de Arciniega, antes que un artista plenamente afiliado al manierismo —como se lo ha venido situando—, es un arquitecto-entallador plateresco, defensor de una corriente culta, apegado a los tratados de arquitectura, y un hombre empeñado en la dignificación y revaloración del oficio. Por medio del análisis estilístico de algunos detalles observados en Acolman, Actopan y Metztitlán, Cuesta Hernández demuestra sus ideas, y señala la manera en que este importante artista pudo influir en el desarrollo de la arquitectura novohispana.
Descargas
Los datos de descargas todavía no están disponibles.