Resumen
Los únicos retablos barrocos dorados que se conservan en la ciudad de Guadalajara se encuentran en la capilla dedicada a la virgen de Aránzazu. El patrocinador de tales obras fue un empresario de origen vasco. En este trabajo se exponen datos históricos y temas estilísticos e iconográficos de la capilla y sus tres retablos. Se plantean también vínculos con obras artísticas de otros lugares de la región noroccidental del país, a partir de similitudes formales y de las relaciones sociales y económicas que establecieron sus promotores, otros miembros destacados de la comunidad vasca, la cual tuvo un papel prominente en el desarrollo agrícola, minero y comercial de la región.Descargas
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